Ha pasado un tiempo y me he acordado de ti, no te siento ausente ni me
he dado la oportunidad de verlo así; más me parece que te has fugado de la casa
como tantas veces hiciste para volver a la hora de la comida con cara de yo no
fui.
Hay días en que llego tarde a la casa y creo que saldrás de algún lugar
del patio a recibirme, pero luego de un par de segundos reacciono y me doy
cuenta de que eso no va a pasar. Fuiste y eres un gran amigo al que siempre
recordaré.
Todavía está en mi mente ese día en que llegaste siendo minúsculo y
temerario, subiendo y bajando por la escalera infinitas veces. Recuerdo los
primeros días en que dormiste conmigo y chillabas por las noches, debe haber
sido duro distanciarte de tus hermanos.
Hoy veo con risa ese día en que tenía que irme apurado y mientras me hacía el nudo de la corbata te comiste mis cordones, también esa ocasión en que
se te pegaron en los dientes todos eso marshmallows que le robaste a mi mamá.
Pasaron muchas cosas que hoy son para mí muy simpáticas (por algunas me
enojé mucho en su momento), los zapatos que te comiste por montones, la bufanda que quedó sin flecos, verte dormir sobre tu casa en vez de dentro, tus
aullidos afinados cuando tocaba armónica o saxofón.
Parecías tener sentimientos, me daba la sensación de que entendías muy
bien cuando te castigaba por hacer alguna cosa mala y es que ibas y te
encerrabas solito a reflexionar el por que habías mordido las tentadoras mangas
de mis camisas cuando estaban colgadas.
Imposible era hacer alguna tarea casera sin que hurtaras alguna
herramienta y constituía un desafío enorme encontralas después de que las
hubieses enterrado.
No sé como ni cuando lo aprendiste, pero era chistosísimo verte andar
en dos patas para allá y para acá, en realidad considero que eras mucho más
humano que varios sapiens que conozco. Por que a pesar de que nunca emitiste
palabra sabías acercarte cuando estaba triste, y más era el cariño que tú me
hacías que el te hacía yo a tí. Por que cuando me veías desanimado llegabas a
mostrarme algún juguete para que jugando me sintiera mejor.
No lo niego, peleábamos cuando te tocaba baño y el enojo se te pasaba
después de un largo rato. Pero es justamente eso lo que me sorprendía,
que siendo un animal tenías una gran capacidad de perdonar y de mejorar el
ambiente con tus payasadas y condoros.
¿Por qué me acordé de ti? Por que cuando llego a la casa con un bolso
enorme y cargado de cosas ya nadie me sale a recibir, por que ahora yo tengo
que tocar la puerta para que la abran, por que al salir al patio no hay nada
que ordenar ni nadie con quien jugar.
Y es un tristeza saber que te fuiste sin quererlo tú ni nadie, saber
que te mataron intencionadamente por vengarse de algo que supuestamente hice y
que no tengo idea que es. Tú no tenías culpa de nada, ni tenías como enterarte.
Para cuando llegó el mail ufanándose del acto ya estabas lejos hacía días . Me
dolió más que los golpes, me hirió más que las amenazas, fue más intimidante
que las llamadas de números desconocidos por las noches.
Lo bueno es que sufriste poco y te lo tomaste como un valiente, no
querías que te viéramos así y decidiste tomar una “siesta” entre las plantas.
Traté de que te sintieras mejor, pero los veterinarios no encontraron alentador el panorama. Para la tarde la boca te
sangraba y las moscas estaban por doquier. No pude hacer nada, pero me
tranquiliza saber que ya nadie podrá hacerte daño. Que te recuerdo como una
gran personaje en mi vida, si hasta te contaba las cosas que me pasaban.
Jimmmy, fuiste un gran compañero, una excelente mascota, fuiste un
amigo y de los grandes. Siempre te echaré de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario