martes, 1 de mayo de 2012

Jimmy

Ha pasado un tiempo y me he acordado de ti, no te siento ausente ni me he dado la oportunidad de verlo así; más me parece que te has fugado de la casa como tantas veces hiciste para volver a la hora de la comida con cara de yo no fui.
Hay días en que llego tarde a la casa y creo que saldrás de algún lugar del patio a recibirme, pero luego de un par de segundos reacciono y me doy cuenta de que eso no va a pasar. Fuiste y eres un gran amigo al que siempre recordaré.
Todavía está en mi mente ese día en que llegaste siendo minúsculo y temerario, subiendo y bajando por la escalera infinitas veces. Recuerdo los primeros días en que dormiste conmigo y chillabas por las noches, debe haber sido duro distanciarte de tus hermanos.
Hoy veo con risa ese día en que tenía que irme apurado y mientras me hacía el nudo de la corbata te comiste mis cordones, también esa ocasión en que se te pegaron en los dientes todos eso marshmallows que le robaste a mi mamá.
Pasaron muchas cosas que hoy son para mí muy simpáticas (por algunas me enojé mucho en su momento), los zapatos que te comiste por montones, la bufanda que quedó sin flecos, verte dormir sobre tu casa en vez de dentro, tus aullidos afinados cuando tocaba armónica o saxofón.
Parecías tener sentimientos, me daba la sensación de que entendías muy bien cuando te castigaba por hacer alguna cosa mala y es que ibas y te encerrabas solito a reflexionar el por que habías mordido las tentadoras mangas de mis camisas cuando estaban colgadas.
Imposible era hacer alguna tarea casera sin que hurtaras alguna herramienta y constituía un desafío enorme encontralas después de que las hubieses enterrado. 
No sé como ni cuando lo aprendiste, pero era chistosísimo verte andar en dos patas para allá y para acá, en realidad considero que eras mucho más humano que varios sapiens que conozco. Por que a pesar de que nunca emitiste palabra sabías acercarte cuando estaba triste, y más era el cariño que tú me hacías que el te hacía yo a tí. Por que cuando me veías desanimado llegabas a mostrarme algún juguete para que jugando me sintiera mejor.
No lo niego, peleábamos cuando te tocaba baño y el enojo se te pasaba después de un largo rato. Pero es justamente eso lo que me sorprendía, que siendo un animal tenías una gran capacidad de perdonar y de mejorar el ambiente con tus payasadas y condoros.
¿Por qué me acordé de ti? Por que cuando llego a la casa con un bolso enorme y cargado de cosas ya nadie me sale a recibir, por que ahora yo tengo que tocar la puerta para que la abran, por que al salir al patio no hay nada que ordenar ni nadie con quien jugar.
Y es un tristeza saber que te fuiste sin quererlo tú ni nadie, saber que te mataron intencionadamente por vengarse de algo que supuestamente hice y que no tengo idea que es. Tú no tenías culpa de nada, ni tenías como enterarte. Para cuando llegó el mail ufanándose del acto ya estabas lejos hacía días . Me dolió más que los golpes, me hirió más que las amenazas, fue más intimidante que las llamadas de números desconocidos por las noches.
Lo bueno es que sufriste poco y te lo tomaste como un valiente, no querías que te viéramos así y decidiste tomar una “siesta” entre las plantas. Traté de que te sintieras mejor, pero los veterinarios no encontraron alentador el panorama. Para la tarde la boca te sangraba y las moscas estaban por doquier. No pude hacer nada, pero me tranquiliza saber que ya nadie podrá hacerte daño. Que te recuerdo como una gran personaje en mi vida, si hasta te contaba las cosas que me pasaban.
Jimmmy, fuiste un gran compañero, una excelente mascota, fuiste un amigo y de los grandes. Siempre te echaré de menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario