domingo, 22 de abril de 2012

Turito


Esta historia me la contaron hace tiempo, en un lugar indeterminado del planeta.

En las cercanías de Talca se organizó un partido de fútbol para determinar de una vez por todas cual era el mejor equipo de entre dos eternos rivales de la cuarta división, un partido amateur; pero no por ello menos peleado y entretenido. Chorizo Mecánico v/s La Batalla.
Se eligió jugar en una zona neutral, en un estadio fuera de ambas localidades. Sin embargo, se decidió llevar a cabo el evento lo más cercano a ellas, ya que el equipo perdedor debería pagar un asado a todos lo miembros, familias incluidas, del otro colectivo deportivo.

Finalmente llegó el día tan esperado, flamantes las camisetas, brillantes los pantalones, una pelota nueva  comprada especialmente para el encuentro. Se había contratado un árbitro capitalino para garantizar la transparencia y calidad del juez.

Pitazo inicial y comienza el partido, ambos clubes jugaban de forma conservadora y asegurando el balón en todo momento. En los primero minutos se sentía el nerviosismo en el campo de juego, hubo mucho estudio de la estrategia de parte de los directores técnicos.

Tímidamente primero, con más ímpetu después ambas escuadras comenzaron a aproximarse al pórtico rival. A medida que el partido avanzaba las jugadas eran mejores, con mayor profundidad en ataque y más ambiciosas y lucidas. Las barras alentaban con mucha fuerza a sus jugadores.

Media hora de juego transcurrida, 5 corners para cada escuadra, muy buenas llegadas; el marcador aún intacto. Era cosa de tiempo para que el cansancio mermara la capacidad defensiva de alguno de los equipos, y estaba claro que el descuido sería caro y costaría el valioso y esperado gol.

Minuto 35, el lateral de la batalla se desborda dejando a sus marcadores a medio camino. Y sobre carrera manda un centro perfecto, llovido. Su mejor cabeceador, un central, subió con ambición de ataque descolocando a la defensa. Su pulcra labor fue opacada con un golazo a la entrada del área y además de palomita. Uno cero el marcador.

Llegado el minuto 40, el Chorizo Mecánico encontró el espacio necesario para dar un preciso pase a su mejor delantero, mientras uno de sus compañeros se llevaba las marcas. Un último defensa quedaba, con fuerza salió a la marca del ariete; no obstante no consiguió su objetivo ante la espectacular gambeta que hizo el número 9. Solo frente al arquero preparó el disparo, pero el defensa desde el suelo le propinó una patada de proporciones que frustró el ataque. El referre﷽﷽frustró el ataque. El frustrsuelo le propin nor delantero, mientras uno de sus compañeros se llevaba las marcas. Un e  árbitro al momento mostró la merecida y justificada tarjeta roja al defensor de La Batalla.

Por su lado el ofensivo de Chorizo Mecánico debió ser retirado en una improvisada camilla para ser atendido por el componedor de huesos que la barra consiguió. El diagnóstico fue fatal, no podría seguir jugando e inclusive, debería guardar reposo absoluto por a lo menos seis meses.

No había opción alguna de cambio, al DT le quedaban solo defensas. Ninguno igual de hábil que el jugador dilapidado, poner a alguno de ellos habría sido regalar el partido y por lo tanto, sucumbir ante la burla que sería total.

De las graderías bajo Turito, de unos 50 años. Con poncho, chupalla y ojotas increpó al técnico de su querido y popular club, donde hacía muchos años había jugado.
Al ver aquello la barra comenzó a gritar: Turito!, Turito!, Turito!
Meta a Turito decían algunos en tono de broma, ponga a Turito decían otros en serio tono.
Turito!, Turito!, Turito!
La presión que el estratega estaba viviendo lo hizo acceder. Turito se saco la chupalla, el poncho y las ojotas. Se puso el apreciado 9 y entró a la cancha a pie pelado, el árbitro dudo un poco ante este hecho. Pero luego de que el equipo contrario insistiese en que no era problema, accedió a dejarlo jugar así.

Quedaba, entonces, lanzar el penal. Y quien más si no él, Turito posó la pelota en el punto penal y tomó vuelo para golpear el balón. El portero, que había escuchado de Turito, mostraba ostensible nerviosismo. Lo desafió a poner la pelota en el medio campo – A ver si eris tan gallo – le decía. Turito pidió permiso al juez para poner la pelota en el círculo central, y aunque le extrañó la petición no hubo negativa de su parte.
Pitazo, el portero presto a lanzarse. Cual fue su sorpresa al darse cuenta de que el balón ya había entrado al arco, es más, había roto la malla y continuaba impasible su rumbo en el aire para caer en un sitio eriazo cercano. Como no había otro balón el tiempo siguió corriendo.

Uno a uno el marcador, un cansado pelotero había llegado finalmente con la gordita regalona. Puntapié en el mediocampo para reanudar el juego, tiempo y descuentos cumplidos y puntualmente el referee dio fin al primer tiempo.

Se vino el descanso, los jugadores de La Batalla se acercaron a Turito. Conocida era su fama de jugador duro y de potente disparo, -Oiga Turito- decían, -Nosotros vinimos a pasarla bien, pero estando usted en Chorizo Mecánico ya perdimos.
- Si po Turito, es injusto esto, si yo hubiese sabido que venía Usted me quedo con la vieja en mi casa.
Turito se quedó pensando y se adentró al campo de juego.

Segundo tiempo por empezar, Turito se acerca al creador de Chorizo Mecánico y le pidió que levantara el balón sutilmente. –No hay problema, Turito, como diga usté’. Pito y brazo al aire, tal cual se le había solicitado el mediocampista esculpió un globito con el balón. Turito que venía desde atrás pateó la pelota con toda su fuerza. Las barras miraban hacia el cielo tratando de ver donde estaba el esférico sin obtener resultado alguno. Pasaron casi 45 minutos hasta que un fuerte zumbido llamó la atención de todos, con gran velocidad la pelota bajaba en dirección al campo de juego. Cuando finalmente el balón toco la superficie de la cancha el árbitro declaró el fin del segundo tiempo. Empate a uno.

Todos le agradecieron a Turito su acto tan honorable, finalmente disfrutaron de un asado de proporciones dantescas; tanto deportivo La Batalla como Chorizo Mecánico.

martes, 17 de abril de 2012

Maestro


No sé si me encontró o si yo le encontré a él. Simplemente estaba ahí, al lado del río con un mate en la mano y mirando a la lontananza con aire distraído. Me miró fijamente a la cara, pero ni se inmutó en su canto (más bien tarareo) y continúo allí parado. De negro riguroso, con sombrero de ala ancha.

- ¿Quién es Usted?- pregunté en el tono más amable que pude.
- No sé quien soy, ni quien fui. Pero voy a ser tu maestro. – Aseveró con tal seguridad que mi cara debe haber sido una mezcla de sorpresa, asombro e incredulidad.
- Mire…¿Y de qué?
- Al otro lado del río está la respuesta, sígueme.

Como mis deberes de construcción y de docencia ya estaban completos por casi toda la semana decidí seguirlo para saber que se llevaba entre manos. No me parecía una persona peligrosa, me inspiraba gran calidez y sabiduría.

Me llevó hasta un puente del que ni siquiera tenía conciencia de que existiera allí; aunque claro, había pasado más de una año de que no exploraba el lugar y la vegetación estaba distinta, el río estaba más caudaloso y yo más maduro y reposado. Las últimas veces que me había paseado en tales sitios debía cumplir con muchas obligaciones estudiantiles que no me permitieron disfrutar del lugar.

Cruzamos el río, dimos un par de rodeos a algunas rocas llenas de musgo (que tampoco recordaba) y llegamos a un muelle roído y pequeño que seguramente el sujeto utilizaba para pescar en sus ratos de ocio. Subimos por una pequeña escalera de fierro, que me pareció improvisada y seguramente fue usada con otras finalidades hace ya muchos años.

A la distancia se veía una casa de material ligero, que tengo la seguridad de que no existía hace un par de años. A su lado un sauce de enormes proporciones, del que algún recuerdo tenía.
Me condujo hasta la casa por entre la crecida hierba, se oían codornices marchar en algún lugar cercano. Un perro ladraba a mis espaldas, al parecer sin darme cuenta habíamos dado una vuelta en 360 grados, tal vez estábamos al mismo lado del río que al principio. No podía dar certeza de aquélla idea.

- Pasa – dijo. Pasé y en la mesa vi con gran estupefacción un guitarrón chileno elaborado a la antigua.
- ¿Y eso de dónde lo sacó, caballero?
- Me lo regalaron hace mucho tiempo, no recuerdo bien donde. No fue tan lejos en todo caso. Años hace que lo tengo, años hace que lo toco y tengo entendido que usted quiere aprender, ¿Se anima?
- Señor mío, claro que sí.
- Mañana entonces nos juntamos a esta misma hora en el lugar en que nos encontramos.
- Así se hará.

Hizo un gesto amable, como de despedida. Entendí que debía dejar el lugar y volver al otro día. Al salir de la casa traté de guardar todo detalle de esa primera visión, tan grata y a la vez intrigante.

Me devolví por la misma senda en la que habíamos llegado, y  no miré hacia atrás. Ya había anochecido y me sentía muy cansado, tal vez lo soñé, tal vez fue verdad. Mañana, solo mañana lo sabré.

jueves, 12 de abril de 2012

En mi esponjosa nube

Salí de mi caverna y me subí a una nube para poder ver mejor el mundo, si se toma distancia de las cosas las perspectivas de análisis se hacen más lúcidas.
Desde arriba me sorprendí, con algo de estupor pude percibir que en general las personas eligen entre dos opciones.
Hay quienes optan por vivir vidas tristes y apagadas, en profunda tristeza y con escaso sabor. Se quedan en un soso lugar que llena sus espíritus a medias.
Otros, en cambio, ponen el peso del mundo sobre sus hombros y siempre portan una sonrisa en su bolsillo. Se les hace muy fácil sacarla, pulida y brillante y usarla para entregar la mayor de sus energías a los demás.
También están los que deciden tener vidas planas, equilibradas y sin grandes contratiempos. Automatizan las decisiones y coartan hasta cierto punto su libertad con tal de no tener que pasar por el proceso de decidir tan a menudo, hacen las mismas actividades y profundizan en ellas durante cuarenta, cincuenta o más años.
Algunos hacen lo opuesto, borran lo que han escrito, salen de las pautas previas, inventan y reinventan cada día sus formas de vivir y sus actividades. No se sabe con ciencia cierta donde vivirán mañana, en que disposición estarán sus muebles, de que color serán sus cuartos, como irán vestidos.
Muchos hay que no se preocupan del bienestar de sus prójimos, de los sentimientos que sus actos provocan en los demás. Van haciendo el mal y no están pendientes de las consecuencias de sus actos. Dañan, rompen, destruyen, destrozan todo lo que a su paso encuentran.
Una porción existe que practica la empatía, el amor, el cariño y la comprensión de forma intransigente y sin excepción. Hacen el bien cada vez que pueden conscientemente ejecutarlo, rigen su vida por el derecho a hacer el bien. Crean y construyen casi en juego.
Hay otras diferencias entre los colectivos mencionados, que para quien las experimenta son casi tan importantes como las que antes han sido señaladas. Vistas desde arriba son detalles, pero el humano común y corriente las siente en la profundidad de su ser como pilares vitales.
Tomar una u otra bebida cola, Mac o PC, ventana o pasillo, el equipo azul o el blanco, una pasta dental u otra.
Aunque claro, hay matices. Hay ocasiones en que las posibilidades de elecciones son mayores, las alternativas se multiplican. Pero generalmente las cosas son dicotómicas, A o B y nada más.
Bajé de mi nube y me mezclé con los demás, recordé que en más de alguna ocasión he elegido un polo y tiempo después me reubico y acomodo a 180 grados de donde estaba.
La felicidad es el producto que uno consigue a través del moverse por la vida desde un sitio a otro, si en algún momento permanecemos estáticos, quietos, o nos dejamos estar probablemente se esfumará entre nuestros dedos. Es algo así como una cinta de correr, vemos la felicidad al final pero no podemos detenernos pues la caída sería estrepitosa. Hay que acostumbrarse a la velocidad (variable a fin de cuentas) y aumentar la resistencia en la carrera. Podemos correr más lento, mas no es recomendable detenerse. El tiempo, el dolor, las heridas me han hecho darme cuenta de esto.
Pido disculpas sinceras y sentidas a todas aquellas personas a las que he provocado algún mal momento cuando mi alma se ha posicionado en el sitio del eclipse, cuando me he alejado de la luz para sumirme en la profundidad de las sombras. Por ahora seguiré corriendo.

lunes, 9 de abril de 2012

Trance

- Necesito mínimo veinte, no puedo hacer esperar más a los clientes.
- ¿Trajiste el papel?
- Claro, y acuarelas nuevas también. Veinticuatro colores a tu disposición.
- Que lindas! Azul cobalto, siena tostado, negro azabache…Todos lo colores que me gustan, muy bien hecho.
- Necesito stencils, ese formato tiene buena salida.
- Coté, ayer nada más te entregué quince. ¿Qué pasó con ellas?
- Se venden Señor, se venden. Estoy haciendo bien mi cometido. –Cerró el ojo con aire coqueto. A Ariel le gustaba cuando ella cumplía su parte del trato, nada más que decir; se puso manos a la obra.
- Trata, por favor de hacer algo en tonos verdes. Hay alguien a quien le encanta lo que has hecho, pero no disfruta del azul.
- ¿Lo conozco?
- No, pero él a tí si, le he hablado mucho de tí.
- Ajá.
No perdía de vista el encuadre  y seguía lanzando los primeros trazos gruesos y hoscos en el papel. Su intención era hacer piezas con aire oriental, la idea era volver al origen que le había atraído de la pintura, la simpleza compleja de las imágenes bien equilibradas.
- ¿Te acuerdas de aquélla fila en el supermercado?
- No.
- Pesado, sí te acuerdas. El día que nos conocimos.
- No.
- Tú habías ido a ver una obra de teatro a ese monstruo de centro cultural cerca de tu casa y te pedí por favor que pusieras mis cosas con las tuyas por que la caja ya estaba cerrada.
- No. – Y en verdad si recordaba los detalles, podría haber rememorado todo pero estaba concentradísimo en lo que estaban creando su manos, ahora portentosas y prolíficas en el arte. Coté y él habían tenido algún tipo de relación “amorosa”, hacía mucho tiempo. Lo que hoy los unía era algo meramente profesional, al menos así Ariel pensaba. Meterse en la cabeza de Coté habría dado otros indicios.
- Pásame un pliego del block grande, voy a empezar otro mientras ése se seca. – Se veía serio, contemplativo, meditativo. Las clases que había tomado para efectos de relajarse estaban surtiendo efecto en su mente.
- ¡Aquí está!
Manos a la obra de nuevo los dibujos adoptaban formas circulares concéntricas de gran significado para él, lo calmaban y el mirarlas le transmitía gran paz.
- Buen manejo del pincel, eres mucho más rápido que cuando empezaste.
 Ariel no respondía, estaba físicamente allí. Mentalmente a años luz de distancia.
- Hare, Hare…
- ¿Qué dices?
- Krsna, Krsna…
- ¿Estás cantando?
- Hare rama, Hare rama…
- No entiendo… - A Coté solía sucederle, rematar cualquier cosa con un sonoro no entiendo, rara vez Ariel le explicaba algo, sobretodo si estaba ocupado con más de una cosa.
Ariel extendió la mano y Coté le entregó otro pliego de papel en el acto.
Esto se repitió una infinidad de veces durante el día y hasta cuando el sol se marchó.
- Voy a tomar algo de la cocina.
- Ra ma da sa sa se so hung… -Coté lo miraba con tentación de risa, pero aguantó estoicamente la exigencia interna de lanzar una carcajada.
Ariel tomó una pausa y fue dando detalles a cada pintura, una a una hasta que comprobó que los resultados obtenidos eran perfectos. Luego las agrupó y las contó.
- Señorita manager, aquí están pulcras y bellas. Son en total treinta y seis; de las más hermosas que en mi vida he logrado hacer.
- Es un estilo simpático, sin duda religioso. Mandalas, diagramas representativos budistas, hinduistas o jainistas. Macrocosmos y microcosmos unidos a través de una figura. Creo haber leído sobre esto en introducción, me gustaba ese ramo.
Eso es lo sorprendente de Coté, cuanto menos parece saber, entender, ponderar o conocer sobre algún tema en particular la probabilidad de que te soprenda aumenta exponencialmente.

sábado, 7 de abril de 2012

Esteban San Marcos

(1928-1965). Oriundo de la ciudad de Peralillo. Cuentista, novelista, celebrado dramaturgo, poeta y avezado verseador, fue uno de los más prolíficos cultores de su época tanto por su trabajo de compilador de tradiciones orales como creando décimas, versos y cuartetas.
Sociólogo y periodista extraordinario fue editor de un vasto grupo de periódicos rurales y urbanos, principalmente satíricos y de mordaz contenido como El Herodes, Titiritero, El joco-serio, Beato derechista, Cura de mi pueblo. En ellos comentó a través de la figura poética el acontecer nacional y también las costumbres propias del pueblo chileno.
No hubo político que saliera incólume de sus comentarios agudos y de su afilada y larga pluma.
San Marcos compiló lo mejor de su producción como poeta popular en la serie de quince folletos titulada Poesía brava que arde al sol, publicados de forma clandestina.
Se desconoce la fecha exacta de su muerte, como sus causas. Fue encontrado en cercanías de la Lajuela a una orilla de la carretera, con sus manos y cabeza cercenados.

jueves, 5 de abril de 2012

Wilhelm al desnudo. Un acercamiento a la filosofía del blues.

Lo que hoy entregamos es un síntesis de la biografía creativa de una de las figuras más prominentes del blues a nivel mundial, formada a través de la compilación de sus frases más célebres. Estas han sido recogidas de fuentes diversas con el fin de darnos una visión global del personaje tras el músico.

LA JUVENTUD

“Tenía malas notas, no era buen conversador, pensaba solo en la guitarra y pasaba días y días ensayando en mi cuarto encerrado. De mayor fui un novio pésimo, no dedicaba tiempo a nadie, olvidaba los nombres de mis novias, sus teléfonos, aniversarios cumpleaños y todo lo demás”, (1998).

ARTE

“Inspirar, motivar, ese es su fin. No me cuestiono mucho sobre mis inspiraciones, observo, escucho y absorbo. Su más prístino objetivo es motivar. ¿Hay algo mejor para un artista que inspirar a otro?”, (1972).

CANCIONES

“A veces salen de la nada y están listas. Se me presentan casi completas, cuando me ducho, cuando camino con mi perro, cuando hago el amor; en cualquier situación. No es algo que socialmente se pueda entender, para el resto de las personas es extraño verme correr tras la guitarra para pulir uno que otro acorde”, (1968).
“Todas tienen su encanto, son como las mujeres. De algunas te enamoras, a otras solo las quieres y siempre hay un par que quieres olvidar y tapar con tierra. Pero de uno u otro modo con el tiempo te reencantan y las vuelves a apreciar, en el fondo todas son hermosas y te entregan algo cuando las haces con cariño”, (1977).

DISCOS

“Terminado y habiendo recibido los morlacos por alguno, no me molesto en escucharlo jamás. Me gusta mucho más el formato en vivo, la música es más natural y no existe oportunidad de repetir nada. Si escuchara alguno de mis discos caería en querer corregir cosas, con los años que llevo en este circo no estoy para regrabar como lo hacen los carcamales de hoy para no perder vigencia”, (1995).

BLUES

“No es tan simple como parece, recuerda que al principio se escondían tras su letras mensajes que hablaban de una esclavitud cansada. Se usaba para poder aguantar el rigor del día y expresar sentimientos de justicia y equidad”, (1969).
“Tiene un componente legendario denso, no es algo de lo que me sienta parte pues no soy negro. Aunque me dejo llevar por el estilo no es parte de mi herencia si hablamos en estricto rigor, pero trato de transmitirlo desde mi posición ante la vida”, (1974).
“Ya no estoy tan al tanto de lo que significa para mí o de lo que otros hacen con él, me siento poderoso moviéndome entre esos acordes esquemáticos y busco sonidos sucios, agrios, duros. El blues ha sido parte de mi vida tanto tiempo que no me conocería sin él”, (1988).

MUJERES

“Son el motor de todo, nada que haya sido concebido en esta Tierra tan grande y maravillosa no ha tenido participación de una de ellas. La creación es algo que las mujeres con su dulzura sin fin permiten y fomentan”, (1968).
“Mi eterno amor, mi esposa ha sido un gran motor en mi vida. Ha aguantado mis excesos durante mucho tiempo y me ha levantado con gran carácter, espero morir a su lado; ojalá en sus brazos”, (1976).
“No me permito escribir sobre o para ellas como lo hacía antes. He sido un inconsciente y he perdido a todas las que realmente me han importado, ahora soy sólo un viejo abandonado por el amor”, (1997).

lunes, 2 de abril de 2012

Grullas

(Novecientos quince).

No había sido difícil, habían bastado solamente unos cuantos clicks en el portátil para que apareciese la imagen con lujo de detalles de cómo hacerlas. Su motricidad fina y su capacidad de comprensión eran bastante agudas, por lo que fabricarlas fue un tazón de leche.

(Novecientos veintiuna).

Ya tenía claro el esquema, ahora, tenía que hacerse del suficiente papel para no quedar sin materia prima una vez comenzada la tarea. Se dirigió a la librería más cercana y procuró conseguir cien trozos de papel en una variedad de colores que sumara diez en total.
Finalmente fueron solo ocho los colores, ciento veinticinco por cada uno.

(Novecientas treinta y dos).

Recordaba haber leído un libro con el mismo título, uno del gran Yasunari Kawabata. ¿O quizá solo lo había hojeado? Comenzó a ordenar el lugar, guardó algunas cosas que hacía tiempo no usaba y se dispuso a la tarea de doblar, plegar, remarcar, dar vueltas y finalmente dar forma a una grulla.
De vez en cuando se distraía: -A propósito de Kawabata ¿Habrá ella leído Lo bello y lo triste? Lo dudo!
Continuó.

(Novecientas cuarenta y nueve).

Los primeros diez intentos no fueron del todo satisfactorios, pero afortunadamente había practicado con papel periódico y no podía considerarlas grullas propiamente tales. Eran ensayos, concebidos para errar. No se permitiría ese tipo de licencias cuando empezase en serio.
- Sadako, Sadako, Sadako….Sesaki, eso era Sadako Sesaki. La enfermedad de la bomba A…quizá H. Que cosas tan aberrantes hace el ser humano.
Prosiguió.

(Novecientas cincuenta y dos).

- ¿Senbazuru?, ¿Senbaduru?, ¿Senbasuru? Mejor consigo alguien con quien practicar japonés. El francés lo olvidé a falta de práctica. Daniela, ¡ella si que sabía de idiomas!
Cada vez el producto le agradaba más y a sus ojos era más perfecto. Las amarillas le resultaban las más hermosas, seguidas de las rojas.

(Novecientas sesenta y siete).

Prontamente el living estuvo lleno de las hermosas figuras multicolores, si alguien hubiese entrado al lugar le habría impactado lo singular de la imagen. Pero el seguía de forma perseverante armándolas. Con algunas incluso dialogaba un rato.
- Creo que he visto un hitodama pasar por fuera de la ventana. – Se dijo a sí mismo.

(Novecientas setenta).

Habías perdido la cuenta de cuantas en realidad eran, pero no era gran cosa, terminaria en cuanto el papel se acabara. Obviamente iban a sobrar algunas por sobre la meta impuesta de las mil, las regalaría con algún mensaje bonito a sus amigos y familiares.

(Novecientas setenta y cuatro).

Contemplaba su obra mientras pensaba en la pobre niña que no había alcanzado a llegar a las setecientas. Claro, sus circunstancias eran otras. Pero finalmente el caso era similar, armarlas para cumplir un deseo. El había sido más proactivo y consistente con el proceso. Avanzaba raudamente y sin complicación.

(Novecientas ochenta y tres).

Lo que le preocupaba un poco era que ya quedaba una estrecha distancia para llegar al fin de la tarea, y según la leyenda quien fabricase mil grullas recibiría por ello como regalo el cumplimiento de un deseo del corazón. En etapas preliminares de su cometido creyó que éste apareccería mientras fuera armándolas, pero hasta el momento no había vislumbrado nada.

(Novecientas noventa y ocho).

Solo faltaba una, y no sabía si debía terminarla o no.
- Tengo que salir, me han dado ganas de algo de sushi- Se dijo a sí mismo. Pero en realidad lo que lo llevó a salir de casa fue el cambio. De hecho no volvió jamás, cosa que en realidad fue muy buena para él, de hace mucho tiempo que quería experimentar la libertad de los campos, sentir el viento en su cabello y disfrutar de los paisajes.
Cuando llegó al sitio de su destino improvisado buscó algo en uno de sus bolsillos, mas lo que encontró fue una grulla dorada que su sobrina le había obsequiado hace un tanto.

(Mil).