viernes, 25 de febrero de 2022

La casa

Muros que todo lo pueden,
cariño que sobrecoge,
fulgores de mi pasado
tabique y techos recogen.

 
Terreno donde el azar
sembró la semilla humana,
enclave de ronda y nana
con un materno abrazar.
¿Cuántas vidas empezar
se han visto entre estas paredes?
Adobes que nunca ceden
ni a golpes, llamas o sismos,
símbolos de eterno altruismo,
muros que todo lo pueden.
 
Yo, que no supe nombrarte,
dejé crecer mis raíces
y en tus baldosas nido hice,
conquistándote, baluarte.
Levanté mis estandartes
entre tablones que escogen
darme abrigo y que me acogen
con áspera calidez
mostrando, con candidez,
cariño que sobrecoge.
 
Yace un recuerdo en la esquina,
memorias surgen de aquélla,
evocaciones, sin mella,
alegres, también, cetrinas.
Lo pretérito ilumina
el camino que, ahotado,
he recorrido y hollado
para ser el que ahora soy,
mientras tutelando estoy
fulgores de mi pasado.
 
La imagen de mis ancestros,
diáfanamente, revelan
fotos, retratos y esquelas;
les toma el tiempo en secuestro.
Pasan los años, siniestros,
y, espero, no me despojen
de este refugio y me arrojen
a la impasible orfandad,
mi historia y felicidad
tabique y techos recogen.
 
 
 
 
 

martes, 15 de febrero de 2022

jueves, 10 de febrero de 2022

Hospital

 Estábamos filmando un comercial de un dentífrico o algo así, sin relevancia artística, pero de gran importancia monetaria. Apenas habíamos terminado cuando nos enteramos de que Gantz estaba hospitalizado.

Sabíamos que le trasladarían, no tengo certeza del lugar de origen, pero recuerdo claramente que le llevarían a Roma. Pregunté si era posible concertar la cita, tras un par de intentos fallidos tuve éxito. Cuando llegue al hospital se le veía tranquilo. Recuerdo que llamó mi atención verle tocando bajo eléctrico, un Fender de color azul profundo, conectado a un amplificador muy pequeño.

Estaba solo en un rincón de la sala, sus ganas de conversar eran evidentes. Intercambiamos anécdotas, me contó algunos chistes, señaló que tenía ganas de hacer un disco completamente solista y probar sonidos nuevos. Tuvimos un buen rato. Quería hacer una película conmigo “lo más pronto posible”. Compartimos algunas ideas en torno a su proyecto, tenía prisa por darle forma, lo último que dijo lo recuerdo claramente, “nunca sabes cuánto tiempo tienes”.

Me dio un abrazo y me fui de allí, una de las enfermeras esperaba a que dejara el lugar hacía más de veinte minutos, cuando la prórroga era de, apenas, cinco.

Nunca más volví a verle, le recuerdo con mucho cariño. Era un hombre honesto, sencillo y extremadamente talentoso.

Un par de meses después sucedió lo que todos sabemos.