(A) (Bm7)
No
matter what you are, I will always be with you
(D) (E)
(D) (E) (A) (E)
Doesn’t
matter what you do girl, ooh girl, with you
- Luchamos y luchamos sin cesar por ese contrato Dixie, lo sabes Dixie…
Este maldito, este maldito infeliz nos dejó sin nada. Ni siquiera puedo ir a
hacer las compras del mes, el refrigerador está vacío y yo también.
Intentó pararse del sillón, pero fue vano el esfuerzo. Las piernas las
tenía dormidas y estaba bastante confundido. La falta de coordinación en sus
ideas y movimientos no digamos que eran precisamente una ayuda en esas horas de
la noche.
- Nuestro dinero, todo el dinero. ¿Quién sabe dónde estará? Dixie,
tengo que pagar la hipoteca de la casa. Menos mal pude vender el Jaguar, por
poco me mato arriba de ese ataúd de cinco velocidades. No me queda nada, estoy
en la completa ruina. Debo alimentar a mi hijo y pagar todo lo que tenga que
ver con el parto de mi pequeña que nacerá pronto. ¿Un mes más?
Nuevamente hizo la tentativa de ponerse de pie. Tuvo éxito esta vez,
pero a duras penas podía mantener el equilibrio. Derrumbó una pequeña mesa
esquinera, unas cuantas fotos y un buen montón de monedas que había allí.
- Nada hay que sea inevitable, Dixie, ese amor especial que nos
teníamos tal vez vuelva a unirnos pronto. Siento que no sirvo para escribir
canciones como antes, tengo la mente ida y las manos torpes. Hace unos días
compuse un par de cosas y ni siquiera sé donde puse los papeles donde las
escribí, tal vez los… tal vez los…quemé. Con fuego, si con fuego.
Las frases lanzadas al aire eran cada vez más agresivas, dirigidas a
una novia que hacía tiempo había cometido suicidio y a su manager. Inubicable y
sospechoso de haber saqueado las cuentas de todos los miembros del grupo. A
pesar de los suculentos honorarios que habían obtenido, no habían visto grandes
cantidades de dinero, salvo en la primera paga. La situación estaba pasando a
café oscuro y el fin del túnel se veía más negro aún.
- Papel, papel, papel. Tengo que escribir algo y tiene que ser ahora.
Un mensaje para que nadie me olvide, Dixie, tal cual no pude olvidarte luego de
verte en esa tina desangrándote. ¿Me olvidaste, Dixie?, ¿Aún me quieres, Dixie?
No, nadie se preocupa de mí. Nadie. Salvo yo.
Pero se los haré saber, tendrán que saberlo. Entenderán, van a
entender, tienen que entender todos estos malditos desgraciados. Les di todo,
toda mi música, mi voz y ahora nada tengo.
Escribió una nota, no muy extensa, en la hoja arrancada de una libreta.
Lanzó la botella con gran furia contra la pared, los vidrios quedaron
desparramados y la fina alfombra persa de color blanco se transformó en una
completa mancha.
Cayó al suelo y lloró pausadamente por horas, sonó el teléfono y no
alcanzó a contestarlo.
Más tarde se puso de pie, bebió grandes cantidades de Whisky y salió
con rumbo a la cochera.
Le encontraron allí, colgado, días después.