Cuando estés triste o con ganas de llorar escucha a Tom Tom
Club o ve One Punch Man.
sábado, 26 de mayo de 2018
domingo, 20 de mayo de 2018
Hitchcock
Al abrir una ventana pensaba en ellos.
Al salir a la calle pensaba en ellos.
Al sentarse en una plaza pensaba en ellos.
Actos cotidianos que para cualquier persona serían, sin duda alguna, muy naturales; se traducían en complejos rituales y un constante desafío.
El mundo aviar le causaba una ansiedad constante, por eso su reticencia a salir de casa.
Hitchcock tenía la culpa...
Al salir a la calle pensaba en ellos.
Al sentarse en una plaza pensaba en ellos.
Actos cotidianos que para cualquier persona serían, sin duda alguna, muy naturales; se traducían en complejos rituales y un constante desafío.
El mundo aviar le causaba una ansiedad constante, por eso su reticencia a salir de casa.
Hitchcock tenía la culpa...
jueves, 17 de mayo de 2018
¿Para que? (En serio, ¿Para qué?)
Por más que le doy vueltas al
asunto no concibo una explicación plausible de las razones que llevan a un
artista consolidado a grabar sus éxitos de juventud con arreglos paupérrimos,
una banda acompañante sosa, cantándolos un tono o tono y medio más bajo que la
versión original. ¿Para qué?
lunes, 14 de mayo de 2018
Fraude
Después de esos vergonzosos veinte minutos de pases cortos
en el círculo central, decidí que no iría más al estadio.
jueves, 10 de mayo de 2018
El Destalonado
Nunca se ha podido ver
al cruel Destalonado,
siendo criatura horrible,
es temido y respetado.
Dicen que es mitología,
mas, yo no estoy tan seguro,
porque sufrí sus apuros
pues, siguiéndome venía.
No sé que razón tendría
para mal quererme hacer.
Relato este suceder,
de este gigante rapaz,
cuyo rostro, vil, falaz,
nunca se ha podido ver.
En el medio del camino
avisté una polvareda
causada, dudas no quedan,
por un grande remolino.
Allí adentro vi al ladino
girando de lado a lado.
Temiendo ser devorado
presto me lancé a correr,
¿Enfrentar, quién va a poder,
al cruel Destalonado?
A otros les llegó la hora
por no ser tan advertidos,
yo permanecí escondido
entre verdes zarzamoras.
Era su devoradora
hambre, cosa muy temible;
resultaba inteligible
que a los niños se comía,
ninguna piedad tenía,
siendo criatura horrible.
Habiendo pasado el susto
me quedé buen tiempo allí,
muy quieto permanecí
en medio de los arbustos.
Ese monstruo tan robusto
mucho me lo habían mentado.
Verlo pasar a mi lado
me dejó muy tiritón,
de ese día en la región
es temido y respetado.
Cuando, por fin, me atreví
a indagar sobre el indino,
una huella en el camino
fue lo único que vi.
Inclusive la medí:
un metro y cuarta tenía.
Su paso marcado había
con fuerza descomunal,
el ser sobre natural
que de talón carecía.
domingo, 6 de mayo de 2018
Harén
Por fin pudo reunirlas a todas.
Cuatro mujeres en su cuarto…
Cuatro mujeres en su cuarto…
Ni en sus mejores pronósticos, ni
en sus sueños más ambiciosos había vaticinado que podría conseguir dicho logro.
Le costaba creerlo. Se tomó unos
cuantos minutos para pellizcarse él mismo en el baño contiguo a su habitación.
El espejo le devolvió una sonrisa
de esas de antología, como de comercial de dentífrico. Reprimió las carcajadas,
balbuceó algo y entró nuevamente a su dormitorio.
El harén continuaba allí, sin desviar
la mirada. Le afrontaban con gestos coquetamente sensuales.
No sabía por donde empezar…
¿La rubia?
¿Las mellizas colorinas?
¿La morena de carnes generosas?
Todas le parecían igual de bellas.
¿La rubia?
¿Las mellizas colorinas?
¿La morena de carnes generosas?
Todas le parecían igual de bellas.
Lo dejó a la suerte. Apuntó sin
mirar y comenzó por esa.
Por fin había completado la serie
de cuadros femeninos de Malbesse, eso era muchísimo más importante que decidir cual
colgaría primero.
jueves, 3 de mayo de 2018
Abrigo
Viendo el abrigo colgado allí, Tina pensó en probárselo.
Era obvio que a Tristán le quedaba demasiado apretado, quizá
desfilando un poco podría mostrarle lo bien que le sentaba. Ese abrigo le
encantaba, por los colores, el corte, las texturas y por lo cálido que era. Tristán
jamás accedió a cambiárselo o venderlo.
Le encantaba.
Solo se comparaba a las chalecas que su fallecida madre le
tejía cuando pequeña.
Estaba posando para nadie cuando sintió el bulto en el
bolsillo, una cinta de grabación sin rótulo.
Aunque le causó un poco de extrañeza, pues ese tipo de cinta
en particular no debía salir del estudio, la devolvió a su lugar. Cierta
incomodidad la invadió cuando la curiosidad por saber que contenía la atacó.
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