martes, 31 de enero de 2012

Marta


Y era así a veces, de súbito. Javier se encontraba tranquilo y feliz por estar terminando una tarea que en primera instancia le había parecido maratónica. En el lugar de la vida en que estaba aún tenía muchos miedos y ello le hacía subestimar sus habilidades. Sin embargo, era sin duda uno de los grandes hombres de su generación.
Es lo que les pasa a aquéllos que están a poca distancia de la genialidad, el mundo y sus cercanos les enrostran tan a menudo que son seres especiales; casi divinos, que terminan teniendo un respeto angustiante a sus capacidades o bien, les tratan como bichos raros por poseer en exceso sensibilidad. El caso de Javier no era distinto y, tomando en cuenta que sus habilidades sociales eran escasas, pasaba entre cuatro paredes casi la totalidad del día.
Sin embargo, estaba poco a poco cambiando, superándose tal vez. Sus dudas comenzaban cuando percibía que lo seguían tratando como al de antes. Si bien no había cercenado sus temores de su mente, ya podía convivir con ellos.
El proceso iba bien, hasta que Marta se hizo presente. No había sucedido desde un buen tiempo.

- Javier, ¿la pasaste bien sin mí? Preguntó ella.
- ¡Marta! – Javier se agitó. Trato de encerrarse en el baño, pero ella fue más rápida.
- Tranquilo, estoy aquí para ayudar. ¿sigues igual de necio?
- Es que te había casi olvidado, no pensé que volverías y yo no te he llamado.
- Sí lo hiciste, no te hagas. – Con seguridad Marta se sentó en una silla que Javier, sin darse cuenta, había dejado en un lugar poco habitual.
-  Bueno, supongo que no tengo que llevarte la contraria. Las discusiones contigo son eternas.
- Una pregunta, nada más una: ¿quién soy? – Lanzó Marta al aire la cuestión con actitud distraída.
- Marta.
- Ufff…Esfuérzate un poco, ¿quieres?
- Marta… No entiendo que quieres que diga. – Javier se asustaba y se iba por las ramas cuando no sabía esbozar una respuesta cortés y precisa a un tema. La sola idea de que la conversación se agitara le ponía defensivo.
- No importa lo que yo quiero que digas, di lo que se te venga a la cabeza. De todo lo simple haces algo doloroso y sin fin. Despierta, vamos. Tú puedes.
- Creo saber la respuesta, pero no quiero reconocerla. Eres la idealización de mujer que quiero para mi vida.
- Ahora ya estamos hablando, estoy sorprendida de lo rápido que fuiste esta vez. Sin rodeos y además totalmente correcto.
- Si querías preguntar eso, ya está. Gracias por venir, pero estoy ocupado y …

Marta le interrumpió en el acto.
- Javier, esto solo es una referencia sencilla para empezar a conversar. Este tema es delicado.
- Bueno, entonces expláyate de una vez. – Javier era reacio a los consejos, prefería muchas veces darle alimento a su orgullo antes que reconocer sus errores.
- Calma, ese tono no es bueno. Además te sube la presión. Mi punto es que andas por ahí tratando a las mujeres como crees que me gustaría a mí ser tratada. Nuestra relación es muy distinta a las comunes, a las que podrías tener con cualquier mujer.
- Eso está bastante claro. Nadie en sus cabales se aparece en la casa de otro a la hora que se le antoje. – Javier presentía hacia donde iba el diálogo y, de manera contumaz, quería darle otra dirección.
- Javierito, Javierito de mi corazón. Las mujeres necesitamos cariño, pero no en exceso. Necesitamos cuidados, pero solo los suficientes. Es bueno que nos den libertad, pero sin que se traduzca en descuido.  Nos gusta que nos quieran, que nos mimen, que nos toquen y sentir a nuestras parejas cerca muy a menudo. Aunque mi caso es radicalmente diferente a causa de que el factor tiempo no me preocupa, si hay cosas en común con las terrícolas que puedes encontrar en una esquina.
- Déjame asimilar lo que dices. – Javier desplegaba ante estas cosas la lógica, método que dista diametralmente de la estrategia a usar cuando de sentimientos se trata.
- Hombre, no sea lineal. Sienta, perciba, palpe, saboree, deje que los sentidos lo inunden. Recuerda que el inconsciente a veces quiere dar un paseo y el consciente que  tienes no es muy permisivo.
- ¿Desde cuándo te hiciste terapeuta? Marta, estoy bien solo aquí.
- Saca lo que llevas dentro, sin tapujos, sin seriedades. No he logrado conocerte del todo, y eso que soy parte de ti. Soy tu inconsciente, ¿no lo ves? El psicólogo eres tú, yo no tengo idea quien soy pues tu me cambias seguido. Haces cosas tan distintas y eres tan establemente impredecible que me cuesta llevarte el ritmo. ¿No has pensado en la reacción que causas a los demás?
- No tengo ganas de pensar ahora.

 Marta miró con estupefacción, Javier hablaba con sinceridad y le encantaba analizar y elucubrar sobre teorías para poder tener todo bajo su control. Por vez primera había dado una respuesta tan transparente.

- Nuevamente me sorprendes, en realidad no tenemos límites cuando nos entendemos.
- Marta, te quiero mucho. Pero, no quiero quedarme a ver como te irás.
- ¿Lo veías venir?
- Lo sentía hace mucho, necesito estar solo y tú estás invadiendo mi espacio y haciendo cosas que sabes me hacen mal.
- ¿Realmente quieres estar solo?
- Debo estar solo.
- Es hora de comprobarlo.

Marta desapareció, se fue por muchos días y Javier empezó a acostumbrarse a estar en serio sólo, hasta ese día nunca lo había estado. Aunque estuviese rodeado de personas comunes y corrientes su atención estaba puesta en ella, quien aparecía y desaparecía de acuerdo a como le venía en gana tanto en su vigilia como en sus sueños
Y se distanciaron, quizá nunca más se verían. Quizá era hasta sano dejar de verla para siempre, aunque había una importante posibilidad de que ella, con su ímpetu y energía desbordantes, brotara ante sus ojos con una katana, un quipu, una whipala, un dulcimer o algún tatuaje no advertido por él. Era parte de su imaginario y, por tanto, sensible y adaptable a sus propias vivencias.
Ya no la necesitaba, ya no la precisaba pues su alma estaba calma y pura.
Finalmente se empezó a sublimar toda esa energía creativa.
Javier se transformó en un genio, pero eso da para otra historia.



miércoles, 25 de enero de 2012

El mar

El sextante estropeado, la brújula descompuesta, el timón destrozado y el sol girando en todas direcciones. La geografía se transforma en un accesorio soso e inclusive inane cuando la historia, cuento o mito a contar refiere a sensaciones. Los aromas, los colores, las texturas y todo cuanto los sentido pueden acopiar va dando forma a lo que más tarde denominamos experiencia.
Podría haber sido este lugar, así como cualquier otro. Pero las causalidades (la casualidad es una triste alegoría con que la gente que no conoce la ciencia denomina al azar) te ponen frente a ciertos estímulos que debes enfrentar sólo si estás preparado para afrontar el creciemiento de tu espíritu.
Un violín que llega a tus manos, un par de mujeres que golpean tu puerta, el sentir amor, el ir a un curso de una rama que te encanta y que te había sido esquiva, hacer música en una comparsa nortina, respirar hondo y meterle herramienta a la madera, estudiar una carrera y no otra. Puedo mencionar un vasto cúmulo de hechos, que en realidad se gestaron en otros hechos. Colón no descubrió América por que sí, quería descubrir nuevas rutas y para eso necesitaba barcos y para eso necesitaba dinero y para eso necesitaba un mecenas y para eso habló con Isabel la Católica y para eso…
La vida es decidir, tomar caminos que no sabes donde acaban, pues nunca acaban, pero que te garanticen llegar a un mejor puerto, mientras no sea el Puerto de Palos. La idea es ir lo más lejos que te permitan las naves, las provisiones y la tripulación. A veces haces escalas y hay personas que te dan algo de combustible, un puchero o alguna menudencia con que rellenar la panza. Haces una pausa y continúas.
Lo difícil a esta altura es descubrir América, los lugares a los que llego casi siempre han sido visitados por otros antes. En algunas instancias por muchos navegantes y otras veces por solamente unos pocos, pero avesados en el arte de hacerse a la mar.
Cuando caigo en un puerto muchas personas piensan que será el último y que lanzaré el ancla allí, mas nunca ha sucedido. Quiero conocer todos los puertos, necesito ir de isla en isla, es preciso recorrer todos los continentes. Es mi forma de navegar y reconozco que requiere más energía y un sentido de orientación agudo, pero es obvio que lo tengo. El capitán del barco soy yo, no me interesa en demasía lo que piensen los personajes que están en tierra pues su cobardía los hace estar en suelo sólido.
He recorrido mil mares, conocido los siete cambios de la noche, tocado cuarenta y ocho puntos cardinales, cantado mil ochocientas setenta y nueve décimas, leído mil doscientos treinta y cinco libros y el buque sigue moviéndose raudo. A esta velocidad no es raro perder tripulación, suelen ser más un obstáculo que una ayuda. He decidido morir navegando.

lunes, 23 de enero de 2012

Banda

Son ya pasadas las diez de la noche y nadie llega, tengo un par de ampollas en mis manos.

Unos seis o siete años de conocernos, de recorrer el mundo buscando y buscándonos. Haciendo sin cansancio aquello que nos gustaba hacer y que, además, era lo único que sabíamos hacer. Primero fue una jugarreta juvenil, nos juntábamos para pasar el rato. Tocábamos viejos temas de nuestros héroes musicales, los que hicieron Historia por los cincuenta o sesenta. La juventud, tesoro divino, nos permitía dejarnos llevar por horizontes de exploración desconocidos y tan apreciados en otros tiempos.

Luego se vinieron los clubes, pubs y similares. Montar un espectáculo de seis o siete horas durante la noche por un precio hoy irrisorio, pero que no permitía saciar nuestras necesidades de techo, abrigo y pos supuesto cerveza.
Ese nivel de intensidad te hace entender tu instrumento casi a la perfección, lo transforma en una prolongación de tu brazo. Digamos que en parte de ti.

Más tarde alguien nos vio allí, en esos escenarios mal iluminados y entre la bruma de cigarrillo. Comenzamos a viajar. Primero a países cercanos a nuestro terruño, siempre en una camioneta roja, según recuerdo, propiedad de un amigo del colegio. Nos llevaba por poco dinero, de hecho su tarifa era la gasolina más un par de cajetillas de cigarros al día. Nos parecía bien, pues una de ellas terminábamos fumándola nosotros.

¡Preciosos días que no volverán!

Se vino el primer disco, no sin esfuerzo. Tuvimos que armarlo en casi medio día, contando la hora de almuerzo. Ha sido el chacarero más sabroso que he comido en mi vida, sin duda.
Fue un buen trabajo, hoy lo veo con cariño aún cuando musicalmente nos faltaba mucho rodaje.

Para el segundo ya estábamos más maduros, nuestro sonido ya tenía un sello propio. Como compositores también éramos más maduros. Participamos en la parte gráfica del disco. Personalmente aprendí mucho de producción y del estudio en ese entonces.

Luego se vinieron los viajes por todo el mundo, en primera clase. La gente se apostaba de a montones a esperarnos en los aeropuertos. Comenzaron lo gritos, las fotos, el gentío, las entrevistas. Me asustaba, ya no podía salir de casa sin ser abordado.

Seguíamos grabando y avanzando, para ese entonces decidimos entrar en un territorio que nos daba gran curiosidad: el cine. No lo hicimos como para un Oscar, pero para no haber estudiado ni teatro ni nada similar estuvo bastante bien. Lo disfruté bastante.

Los viajes continuaban, la exploración sonora se ampliaba más rápido que el avance de la tecnología. Teníamos que urdir distintas invenciones con lo que había a mano para poder concretar los sonidos que fluían por nuestras mentes.

Precisamente ellas fueron las que recibieron principal estimulación desde ese minuto, no nos permitíamos límites. Éramos jóvenes, sin grandes responsabilidades más que cuidar de nosotros mismos. Claro, además eran otros tiempos, se podía conseguir más fácil todas esas cochinadas.
Ya estábamos consagrados y difícilmente alguien nos diría que no. Más bien todos necesitaban un pedazo de nosotros, tratar de poseernos de algún modo. Nos veían como Mesías, salvadores de sus vidas, creo que le dábamos sentido a sus existencias.

Ya era imposible convivir con los fanáticos, cada vez mayores en número y en audacia. Decidimos terminar con los viajes, en vez de eso nos comenzamos a esmerar en hacer placas pulidas. La orquestación y el cambio de formato no habían sido problema, contábamos con apoyo de músicos profesionales a nuestra disposición, lo que nos dejaba libertad para imaginar nuevas canciones, sonidos auténticos e intentar cosas nuevas.

En ese período fue que nació lo que muchos consideran nuestra obra maestra. Demoramos algo así como 8 meses en terminarlo, en quedar contentos con el. Debí esperar mucho para participar, las percusiones se añadían al final. La crítica nos alabó durante las semanas siguientes. Recibimos cantidad de felicitaciones y celebramos por días y días.

Todo rosa hasta allí…

Las complicaciones se vinieron al año siguiente. Cada cual tenía su pareja, algunos familia, no era posible salir de vacaciones los cuatro juntos. Al parecer habíamos crecido en distintas direcciones, nuestras influencias eran distintas y eso se tradujo en distintas formas de ver y sentir la vida.

Cuando empezamos a hacer el proyecto doble el ambiente era frío, áspero. Todos nos sentíamos alejados del resto, inseguros, desconfiados. Se podría decir que no éramos amigos como antes, sino un puñado de músicos que compartía un lugar físico.

La crítica no nos acompañaba y dejamos de ser los regalones de la gente, tampoco ostentábamos la calidad de solteros codiciados desde que uno de nosotros tuvo la desdichada idea de posar para una famosa revista con su señora del brazo.

En lo musical la desorganización nos inundaba, los álbumes eran erráticos y desorganizados. El concepto ostensiblemente forzado, sin línea base, ansioso. Cada sesión era peor, quizá se podrían rescatar un par de días al mes en los que las cosas fluían naturalmente, cuando había algún tema motivante dejábamos las discusiones de lado y la máquina imparable comenzaba a moverse de nuevo. Lástima que el combustible se consumiera tan rápido.

Luego empezaron las ausencias sin aviso, a veces trabajábamos tres, otros días inclusive dos. Era imposible lograr algo así, para cuando estábamos los cuatro reunidos había detalles enormes, trozos que había que reescribir por completo. Horas de ejecución y práctica dilapidadas.

Ya no era divertido llegar a tocar, y por las cosas más pequeñas se formaban las más grandes tragedias. Estábamos todos contra todos, siendo que lo únicos con los que realmente contábamos éramos nosotros mismos.
Luego uno anunció su separación definitiva del proyecto. Alguien del equipo le llamó e hizo volver, recuerdo que cambié la organización de las cosas en el estudio, puse algunas flores y mensajes positivos para él.

Luego otro. Y finalmente Diego, fue quien tomó la decisión sin consultarnos y lo anunció a la prensa el Viernes recién pasado. Siendo hoy Lunes guardé falsas esperanzas de que alguno volviera, pero al parecer no será así. Las guitarras, el bajo y los teclados están muertos. Creo que no volveré mañana, la batería está un poco dañada y necesita reparación al igual que nosotros.

jueves, 12 de enero de 2012

Bienestar

Y un día se despertó sin ganas de levantarse para ir al trabajo. El despertador sonó tantas veces que decidió ir al pequeño patio lateral a fumar un cigarrillo. Estaba descontento con algo, nada en particular, pero de hacía tiempo que se sentía desmotivado y sin energía.
El sol comenzaba a mostrar  su rostro sobre la cordillera y le pareció un espectáculo fascinante, sin duda digno de verse todos lo días que le fuera posible. De a poco, progresivamente la fuerza que el astro proyectaba comenzó a inflar su pecho.
Desapareció el desgano, se fue la tristeza, se esfumó el miedo.
Una bella película pasaba delante de sus ojos.
Aprendió a leer a los cuatro años, a escribir poco después. Mejor de su clase en forma inapelable en casi toda la educación básica. Hábil para escribir, de pluma fácil y creativa. Deportista destacado (así lo señalaban las medallas guardadas en una hermosa caja de madera tallada) en fútbol y tenis de mesa.  Con facilidad para los idiomas, tanto en su aprendizaje como en su enseñanza. Musicalmente dotado y con un gran sentido estético y estilístico en el área. Estudiante de Psicología sobre el promedio. Luthier formado por un gran maestro. Buen pintor, destacando en la técnica de la acuarela. Amante preocupado, cariñoso y entregado, amigo leal y honesto.  De buenas habilidades sociales. De carácter fuerte y propositivo.
Sacó cuentas mirando al sol naciente, respiró profundo y pensó: ¿Qué razón tengo para no estar bien?

miércoles, 11 de enero de 2012

Relación clandestina

Sentía un cúmulo de emociones ambiguas, hasta contradictorias. Por un lado un agrado enorme de poder verlo después de tanto tiempo, de tener la oportunidad de conversar y recordar los viejos tiempos.
Sin embargo, tampoco podía ignorar que estaba en cierto punto nerviosa, la ansiedad de la espera (aún cuando era breve) la tenía muy agitada.
Ella había llegado hacía unos cinco minutos, nada más. Usualmente se hacía ver en los lugares de encuentro algunos minutos antes de la hora acordada, eso le permitía estudiar el sitio durante algún tiempo, escoger bien el lugar donde ubicarse, reconocer el área y sobre todo aclimatarse, ya que era de su total disgusto sentirse incómoda en algún lugar. Así, ella sentía total seguridad y, por lo tanto, le era más fácil soltarse.
En cambio él no solía utilizar este tipo de estrategias, para él el arte de la improvisación era un ejercicio exquisito. Entre más desconocido le resultaba algo, más a gusto se sentía y más a gusto hacía sentir a los demás.
Eso podía recordar ella de él, la verdad el tiempo no había pasado en balde y de su último diálogo lograba esbozar un par de palabras y un solemne te quiero gritado a la distancia por él sin pudor alguno.
Intentaba forzar su memoria cuando sintió una mano conocida en su espalda. Finalmente él había llegado.
- Silvia, estás bellísima! No has cambiado nada.
- Tú también estás muy guapo, Marco.
- ¿Hace mucho rato que estás aquí?
- No mucho – contesta ella con cara de extrañeza.
- Menos mal, no tengo reloj y como la tarde estaba muy agradable decidí caminar un rato y bueno, se me pasó la hora.
Esa inconsciente falta de interés y su siempre obvia distracción era lo que despertaba en ella el cariño tan grande que sentía por Marco. Silvia estaba aún muy ligada a aquél hombre que tenía al frente, según parecía su vínculo se mantendría por siempre y a pesar de las constantes barreras contra las que debían luchar para verse a escondidas.
Pasó por su mente el como estarían las cosas en casa, a esa hora más de alguien habría notado su ausencia. Rara vez tardaba más de media hora en llegar a casa después del trabajo.
- ¿Silvia?- Marco notó la falta de concentración en el aquí y el ahora.
- Disculpa, estaba pensando.
- ¿En qué?
- En todo el tiempo que ha pasado de la última vez en que nos vimos, en todos lo proyectos que teníamos en mente. En que aún ambos estábamos solteros.
- ¿Realmente fue hace tanto?...
- Si, ahora desearía de verdad no haberme apartado de ti. A veces creo que lo mejor habría sido seguir viviendo juntos. Fue una época muy linda, escaparnos de nuestras casas y arrendar ese pequeño departamento. Nada nos faltaba.
- No te pongas triste ahora es más difícil vernos, pero eso no significa que no te quiera y que no podamos en un futuro hacer muchas cosas los dos. Eso si, sin que tu madre sepa, la Sra. Es un poco pesada a veces.
- Eso no es mi culpa, tonto, yo no la escogí.
- Punto a favor tuyo, totalmente cierto.
- Tu padre tampoco es lo que se llama un retrato de la simpatía.- dijo Silvia con una sonrisa cálida en su rostro.
- Otro punto a tu favor- añadió Marco, que nunca ocultó que desde que tenía memoria sentía un puñado de emociones negativas por ese señor.
- ¿Te acuerdas de la cara que puso tu padre cuando nos fuimos a vivir juntos? “Esa niña no ha tenido una buena crianza, es cosa de mirar a su madre, una loca, una desvergonzada”. Que yo no tenía ningún tipo de destino siendo mi padre quien me criara, que no tenía ningún destino siendo hija de una actriz.
- Recuerdo muchas crueldades, ¿pero realmente quieres hablar de ellas? – Marco encendió un cigarrillo.
- No…por supuesto que no, pero estoy un poco confundida. Te he extrañado demasiado y no sé por donde empezar a contarte las cosas. Mi esposo… No sé.
- Tranquilízate, si hay dificultades sé que podrás solucionarlas…
- Es que te he echado tanto de menos, las cosas se daban de maravilla entre nosotros. ¿Acaso me vas a decir que nunca has soñado con volver a vivir juntos?
- Emmmmmmm, bueno para serte franco lo he imaginado un par de veces. Pero sería imposible. Silvia, tú sabes lo que piensa mi madre de ti y como se pone cuando algo se le mete en la cabeza.
- Es cierto, no nos dejaría solos jamás, estaría entrometiéndose en todo.- Silvia comenzó a mirar el reloj.
- ¿Estás segura de que quieres hacer esto? –espetó Marco.
Era su estilo, dejar la libertad suficiente para que la decisión no fuera forzada. Ambos habían estado planeando esta salida a escondidas durante largo tiempo, postergando compromisos, adelantando reuniones, cancelando ciertas actividades.
- Claro que si, ¿acaso te arrepientes? Ninguno de los dos debe echar pie atrás ahora. Esto no tomará más que un par de días.
- Te quiero mucho Silvia, pero debes pensar en el alboroto que se va armar en tu casa.
- No seas tan melodramático, volveré y nada los hará darse cuenta. Tengo todo planeado, querido.
- Ojalá así sea, quiero pasarla bien contigo. Pero me pregunto como reaccionará tu esposo.
- Relájate, yo me cuidaría más de tu señora esposa.
Ambos sabían la complejidad de ser eventualmente descubiertos. Ninguno era bien visto en la familia del otro. Tanto Silvia como Marco estaban conscientes de que sus encuentros (aún cuando fuesen fortuitos) no eran bien vistos a los ojos de la madre de Silvia ni tampoco del padre de Marco, ellos además habían sido la fuente de suspicacia en sus respectivas parejas.
- Tú cuídate de mamá. De que se separó de papá que su humor es un desastre.
- Está controlada, a propósito ¿cómo ha estado papá?- preguntó Silvia con un aire compasivo.
- Dedicado a sus cosas de abogado, tiene poco tiempo para dedicarle a su nueva esposa.
- ¿Es tan joven como mamá decía?
- Un par de años mayor que yo.- contestó Marco
- Es una lástima que las cosas hayan sido así, que se hayan separado, que nos hayamos tenido que largar de casa para vivir juntos y tranquilos. Que tuviéramos que volver y decidir irnos uno con cada uno, es decir, que nos hayan separado. Te he necesitado mucho hermano.
- Silvia, mi bebé, mi preciosa hermana. No te pongas triste, disfrutemos este fin de semana y las cosas que nos traiga.
Marco la abraza con gran cariño y demostrando que está dispuesto a protegerla por siempre.
- ¿Playa o campo?
- Playa – Responde Silvia, dando unos pasos como de niña, casi unos saltos juguetones.
Y así se fueron en busca de un fin de semana como los de su niñez, cuando vivían bajo el mismo techo y su relación no era clandestina.

jueves, 5 de enero de 2012

El festival de *******

En verdad se transforma en un gran desafío realizar una descripción detallada de las manifestaciones y ritos de los que fui testigo en el Festival de *******.
Para nosotros, ubicados a miles de kilómetros de distancia y precisamente en la parte opuesta del globo, resulta difícil entender la felicidad y el gozo que llena a los habitantes de la localidad. ******* no cuenta con electricidad, con sistemas de alcantarillado ni otros “lujos” que son básicos en las metrópolis con que estamos familiarizados y cuya carencia puede sumirnos en la mayor de las desesperanzas.
En este poblado la transmisión de la cultura es de boca en boca, y la crianza de los niños está orientada a entregar herramientas que les permitan la subsistencia día a día y con ella la autosuficiencia, ya que en las tribus de ******* se cree que un individuo puede asumir los deberes y responsabilidades de un adulto a la edad de doce años.
La música está, para ellos, inspirada en la naturaleza que los circunda. En canto de un pájaro, el sonido del viento sobre las colinas, el agua brotando de las cascadas son fuente de inspiración para los habitantes de *******.
Es aquí presentado un extracto de los temas típicos que han sido reproducidos y ejecutados en la zona desde hace miles de años, puntualmente cada vez que la primavera devuelve su esplendor a la vegetación del lugar.
Mis más sinceras disculpas por la imposibilidad de recoger la totalidad del evento en registro magnetofónico, pero dado que el Festival se extiende por más de una semana y que los cánticos y temas aquí incluidos duran en ocasiones días enteros, esta necesidad se hace comprensible.
Lamento también el que algunas de las voces resultan virtualmente inaudibles para el oído occidental, la razón de ello es que los intérpretes no estaban entonando sus himnos para un auditorio de mortales; por el contrario, las melodías iban dirigidas a espíritus de otros planos e invisibles para nuestros ojos.
De cualquier modo espero haber capturado en profundo la verdadera esencia del Festival de *******.
Es un privilegio poder compartirla hoy con ustedes.

domingo, 1 de enero de 2012

Tinguiririca

Y así fue, de repente se vio sentado en la parte trasera del compacto Peugeot que avanzaba raudo por la carretera. La misión de hoy era ir a buscar a su tía al sur, le encantaba la idea ya que hacía muchos años que no iba a las lejanas tierras de Tinguiririca, donde había estado gran parte de su infancia.
Mientras comenzaba a dormitar las imágenes de esa época se paseaban ante sus ojos cansados. Oía, olía, sentía todo detalle que su memoria había registrado tanto tiempo atrás.
A ratos despertaba, su sobrina quería jugar y conversar en el auto y usaba las más diversas estrategias para mantenerlo entretenido.
- Toma un dulce, te quiero!- Dijo la pequeña que lo miraba con una cara muy simpática. Tenían una relación muy cercana.
Siguió recordando a medida que avanzaban en el camino. El viento entraba con fuerza a través de las ventanas del automóvil, lo podía percibir en su pelo que el aire despeinaba.
Finalmente llegaron. La casa estaba igual, de otro color quizá, con el pasto algo crecido, pero en suma solo eran detalles los que la distanciaban de cómo la había visto por última vez.
Miró todo lo que alrededor se encontraba, hasta la línea misma del horizonte y las ganas de entrar se incrementaron enormemente. Los tíos, no de línea directa en sangre pero si en cariño, lo miraron con gran sorpresa.
- Pase, pase. Déjeme abrazarlo.- Dijo algún otro.
- Ud. Ya es un hombre, y yo tan chico que lo vi.- Dijo otro.
- Tan buen mozo que se ha puesto.- Dijo una.
Le invitaron a sentarse, le tendieron un vaso de bebida y la conversación comenzó. Las anécdotas iban y venían sin cesar, las risas, las carcajadas y la alegría también. Los primos ya eran adultos, inclusive padres.
Siguió el almuerzo y el departir no cesaba.
De repente los chicos plantearon la idea de ir a jugar a la pelota en la cancha de al frente. Rafael no recordaba ninguna cancha, pero se sumo inmediatamente al proyecto de los niños.

Elegir capitanes, arco y con que balón jugar. El ritual típico para estos eventos fue bastante corto,
Rafael recordó a los primos corriendo por allí, por allá. A sus tíos y sus papás enfrentándose en un magno encuentro deportivo. Podía oler la leña del horno de barro donde entonces se fabricaba el más rico pan amasado del mundo, mismo que permanecía en el lugar, pero ahora cumpliendo la función de parrilla para asados.
El mini estacionado, el pequeño auto que su papá tenía y que a él tanto le gustaba. Tenía la impresión de verlo allí a la entrada del estadio.
El primer puntapié al balón y continuaban las rememoraciones llegando, se empezó a inflar su pecho que se llenaba con la niñez añorada. Las tensiones y las penas se disiparon,  era un flujo de energía incontenible.
Terminado el match se sacó deprisa las zapatillas y metió los pies en el canal situado en las afueras de la casa y dejó que la textura del agua le invadiera.
La brisa, el olor a pasto, perder el miedo a la tierra y ensuciarse, olvidarse de las alergias, comer fruta fresca, jugar a la pallalla (Sólo por mencionar algunas).
La vida es eso, no perder el gusto de las cosas simples.