jueves, 12 de enero de 2012

Bienestar

Y un día se despertó sin ganas de levantarse para ir al trabajo. El despertador sonó tantas veces que decidió ir al pequeño patio lateral a fumar un cigarrillo. Estaba descontento con algo, nada en particular, pero de hacía tiempo que se sentía desmotivado y sin energía.
El sol comenzaba a mostrar  su rostro sobre la cordillera y le pareció un espectáculo fascinante, sin duda digno de verse todos lo días que le fuera posible. De a poco, progresivamente la fuerza que el astro proyectaba comenzó a inflar su pecho.
Desapareció el desgano, se fue la tristeza, se esfumó el miedo.
Una bella película pasaba delante de sus ojos.
Aprendió a leer a los cuatro años, a escribir poco después. Mejor de su clase en forma inapelable en casi toda la educación básica. Hábil para escribir, de pluma fácil y creativa. Deportista destacado (así lo señalaban las medallas guardadas en una hermosa caja de madera tallada) en fútbol y tenis de mesa.  Con facilidad para los idiomas, tanto en su aprendizaje como en su enseñanza. Musicalmente dotado y con un gran sentido estético y estilístico en el área. Estudiante de Psicología sobre el promedio. Luthier formado por un gran maestro. Buen pintor, destacando en la técnica de la acuarela. Amante preocupado, cariñoso y entregado, amigo leal y honesto.  De buenas habilidades sociales. De carácter fuerte y propositivo.
Sacó cuentas mirando al sol naciente, respiró profundo y pensó: ¿Qué razón tengo para no estar bien?

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