lunes, 23 de enero de 2012

Banda

Son ya pasadas las diez de la noche y nadie llega, tengo un par de ampollas en mis manos.

Unos seis o siete años de conocernos, de recorrer el mundo buscando y buscándonos. Haciendo sin cansancio aquello que nos gustaba hacer y que, además, era lo único que sabíamos hacer. Primero fue una jugarreta juvenil, nos juntábamos para pasar el rato. Tocábamos viejos temas de nuestros héroes musicales, los que hicieron Historia por los cincuenta o sesenta. La juventud, tesoro divino, nos permitía dejarnos llevar por horizontes de exploración desconocidos y tan apreciados en otros tiempos.

Luego se vinieron los clubes, pubs y similares. Montar un espectáculo de seis o siete horas durante la noche por un precio hoy irrisorio, pero que no permitía saciar nuestras necesidades de techo, abrigo y pos supuesto cerveza.
Ese nivel de intensidad te hace entender tu instrumento casi a la perfección, lo transforma en una prolongación de tu brazo. Digamos que en parte de ti.

Más tarde alguien nos vio allí, en esos escenarios mal iluminados y entre la bruma de cigarrillo. Comenzamos a viajar. Primero a países cercanos a nuestro terruño, siempre en una camioneta roja, según recuerdo, propiedad de un amigo del colegio. Nos llevaba por poco dinero, de hecho su tarifa era la gasolina más un par de cajetillas de cigarros al día. Nos parecía bien, pues una de ellas terminábamos fumándola nosotros.

¡Preciosos días que no volverán!

Se vino el primer disco, no sin esfuerzo. Tuvimos que armarlo en casi medio día, contando la hora de almuerzo. Ha sido el chacarero más sabroso que he comido en mi vida, sin duda.
Fue un buen trabajo, hoy lo veo con cariño aún cuando musicalmente nos faltaba mucho rodaje.

Para el segundo ya estábamos más maduros, nuestro sonido ya tenía un sello propio. Como compositores también éramos más maduros. Participamos en la parte gráfica del disco. Personalmente aprendí mucho de producción y del estudio en ese entonces.

Luego se vinieron los viajes por todo el mundo, en primera clase. La gente se apostaba de a montones a esperarnos en los aeropuertos. Comenzaron lo gritos, las fotos, el gentío, las entrevistas. Me asustaba, ya no podía salir de casa sin ser abordado.

Seguíamos grabando y avanzando, para ese entonces decidimos entrar en un territorio que nos daba gran curiosidad: el cine. No lo hicimos como para un Oscar, pero para no haber estudiado ni teatro ni nada similar estuvo bastante bien. Lo disfruté bastante.

Los viajes continuaban, la exploración sonora se ampliaba más rápido que el avance de la tecnología. Teníamos que urdir distintas invenciones con lo que había a mano para poder concretar los sonidos que fluían por nuestras mentes.

Precisamente ellas fueron las que recibieron principal estimulación desde ese minuto, no nos permitíamos límites. Éramos jóvenes, sin grandes responsabilidades más que cuidar de nosotros mismos. Claro, además eran otros tiempos, se podía conseguir más fácil todas esas cochinadas.
Ya estábamos consagrados y difícilmente alguien nos diría que no. Más bien todos necesitaban un pedazo de nosotros, tratar de poseernos de algún modo. Nos veían como Mesías, salvadores de sus vidas, creo que le dábamos sentido a sus existencias.

Ya era imposible convivir con los fanáticos, cada vez mayores en número y en audacia. Decidimos terminar con los viajes, en vez de eso nos comenzamos a esmerar en hacer placas pulidas. La orquestación y el cambio de formato no habían sido problema, contábamos con apoyo de músicos profesionales a nuestra disposición, lo que nos dejaba libertad para imaginar nuevas canciones, sonidos auténticos e intentar cosas nuevas.

En ese período fue que nació lo que muchos consideran nuestra obra maestra. Demoramos algo así como 8 meses en terminarlo, en quedar contentos con el. Debí esperar mucho para participar, las percusiones se añadían al final. La crítica nos alabó durante las semanas siguientes. Recibimos cantidad de felicitaciones y celebramos por días y días.

Todo rosa hasta allí…

Las complicaciones se vinieron al año siguiente. Cada cual tenía su pareja, algunos familia, no era posible salir de vacaciones los cuatro juntos. Al parecer habíamos crecido en distintas direcciones, nuestras influencias eran distintas y eso se tradujo en distintas formas de ver y sentir la vida.

Cuando empezamos a hacer el proyecto doble el ambiente era frío, áspero. Todos nos sentíamos alejados del resto, inseguros, desconfiados. Se podría decir que no éramos amigos como antes, sino un puñado de músicos que compartía un lugar físico.

La crítica no nos acompañaba y dejamos de ser los regalones de la gente, tampoco ostentábamos la calidad de solteros codiciados desde que uno de nosotros tuvo la desdichada idea de posar para una famosa revista con su señora del brazo.

En lo musical la desorganización nos inundaba, los álbumes eran erráticos y desorganizados. El concepto ostensiblemente forzado, sin línea base, ansioso. Cada sesión era peor, quizá se podrían rescatar un par de días al mes en los que las cosas fluían naturalmente, cuando había algún tema motivante dejábamos las discusiones de lado y la máquina imparable comenzaba a moverse de nuevo. Lástima que el combustible se consumiera tan rápido.

Luego empezaron las ausencias sin aviso, a veces trabajábamos tres, otros días inclusive dos. Era imposible lograr algo así, para cuando estábamos los cuatro reunidos había detalles enormes, trozos que había que reescribir por completo. Horas de ejecución y práctica dilapidadas.

Ya no era divertido llegar a tocar, y por las cosas más pequeñas se formaban las más grandes tragedias. Estábamos todos contra todos, siendo que lo únicos con los que realmente contábamos éramos nosotros mismos.
Luego uno anunció su separación definitiva del proyecto. Alguien del equipo le llamó e hizo volver, recuerdo que cambié la organización de las cosas en el estudio, puse algunas flores y mensajes positivos para él.

Luego otro. Y finalmente Diego, fue quien tomó la decisión sin consultarnos y lo anunció a la prensa el Viernes recién pasado. Siendo hoy Lunes guardé falsas esperanzas de que alguno volviera, pero al parecer no será así. Las guitarras, el bajo y los teclados están muertos. Creo que no volveré mañana, la batería está un poco dañada y necesita reparación al igual que nosotros.

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