martes, 28 de febrero de 2017

Excepción

La gente fría me provoca distancia, me desagrada que busquen excusas para rechazar un abrazo, que no asuman que alguien más pueda tenerles estima y quieran demostrarlo.
Me desequilibran las personas que siempre dicen estar ocupadas y no tener tiempo para una cita o un llamado. Me molesta que no me contesten las cartas o el teléfono, cualquiera sea el motivo. Me limita la distancia, me limita la falta de compromiso y la carencia de confianza en la transparencia y sinceridad.
Que no me dejen ser yo mismo es triste, desagradable en grado sumo es que te dejen sumido a contentarte con decir solamente una parte de todo el mundo que puede desplegar tu voz.
Los sujetos que llegan tarde a las citas me parecen deplorables, siento su falta de respeto como una aguja en un ventrículo (creo que el derecho) que me deja sin latidos.
Detesto a la gente caótica que no sabe lo que quiere y va llorando ante las vicisitudes de la vida, estas han forjado mi carácter y he vencido en escenarios despiadados que han querido aniquilarme y destruir todo lo que con esfuerzo he construido. Me hacen pésimo las verdades ocultas y las mentiras maquilladas con tal de “no hacer daño”, las traiciones me descomponen el día.
Me pone de mal humor la gente que no acepta lo que quieres entregar en materia de cariño y amor, las parejas que te ponen tapujo son una triste fauna que no merece que el oxígeno llegue a sus arterias.
Pero en tu caso fue distinto, con todo en contra te quise, me entregué, hice lo que pude e intenté más. Casi, casi me enamoré de ti, te adoré completamente con defectos (muchos) y virtudes.
La historia…es historia.
Eres lo que se llama excepción.

domingo, 26 de febrero de 2017

A primera vista

- Y allí estaba ella, interpretando el Allegro Molto e Vivace de la sonata #13 de Beethoven a primera vista. No me lo podía creer, verla, vestida con esos atuendos impresionantes que usaba y con esas gafas violeta con uso durante la gira por Europa.
Masacraba las teclas con una elegancia soberbia, una mezcla inusual; jamás verías algo así en un músico clásico.
El cigarrillo quemándose entre sus labios, su aroma, su prestancia y esa sensación de que algo importante estaba pasando, de que un espíritu genial rondaba allí son lo que más recuerdo. Podía sentirlo y soy bastante incrédulo y pragmático con esas cosas.
Mis colegas me habían dicho que mantuviera las expectativas bajas, que solo encontraría a una drogadicta querida y sobre valorada por un público ignorante. Vilipendiaban y odiaban abiertamente su blues de 12 compases, menospreciaban su interpretación. Era fenómeno, a lo más, de un par de meses; decían con desdén.

Me quedé de una pieza, cuando concluyó y se me acercó a saludar me entregó una energía desbordante. Me enamoré a primera vista…

jueves, 23 de febrero de 2017

lunes, 20 de febrero de 2017

Variaciones del sueño X

El Maestro me eligió, de entre muchos dedicados estudiantes, para continuar la escuela que estuvo a punto de extinguirse hace algún tiempo. El entrenamiento fue arduo, sobretodo para mí que nunca había visto una katana.
Los primeros días fueron extenuantes, exigentes y demandantes. Recuerdo que mis ojos se abrieron a las artes cuando era parte de una intensa prueba.
Debíamos cavar un agujero cilíndrico de seis metros de diámetro y quince de profundidad. No todos lo logramos.
Luego de eso debíamos cortar un árbol de quince (o más) metros altura, preparar el tronco y de el sacar una vara de no más de diez centímetros de radio, posicionándola en el perfecto centro del agujero confeccionado con anterioridad. No todos lo logramos.
A continuación introducirse en el agujero y subir a través de la vara para llegar a su punta. No todos lo logramos.
Por último se debía permanecer, en perfecto equilibrio, parado sobre la vara de madera de sol a sol. No todos lo logramos.
Ya puesto el sol, con músculos agarrotados y la mente entre el bien y el mal, había que saltar desde la punta de la vara hacia fuera sin caer en el agujero cavado. No todos lo logramos.
Finalmente, recitar un haiku que demostrara sabiduría, plenitud, paz y auto-conocimiento. No todos lo logramos.
Habiendo hecho eso recibir un katana confeccionada de acuerdo a tus virtudes y defectos, además de realizada a medida, por el más célebre constructor de estas piezas de arte. Solo Marta y yo lo logramos.
Antes de que empezaran las pruebas sabía que ella lo haría, en el fondo de mi corazón quería que nuestros destinos se cruzaran luego de las pruebas.
El Maestro no eligió, de entre muchos dedicados estudiantes, para continuar la escuela que estuvo a punto de extinguirse hace algún tiempo.

Nos felicitó a ambos destacando nuestras habilidades y actitud hacia las artes.

viernes, 17 de febrero de 2017

Octosílabo


Lo más frecuente al leer poesía octosílaba, en la actualidad, es encontrarse con que no es octosílaba.

martes, 14 de febrero de 2017

Las causas de su tardanza

A eso de las 3 de la madrugada, que era cuando terminaban sus sesiones de grabación, le dije que quería hacer algunos arreglos para su canción. Tenía ya esa mirada  lejana como de agujeros negros en los ojos, pensó un poco y me dio su opinión: “Debe sonar tal como una vieja banda de bronces del ejército, de esas de hombres retirados. Desafinada y dudosa”.
Mordió con furia su sandwich, lo dejó sobre una de las banquetas del parque y con mucha prisa se ató los cordones de sus zapatos. Sin más se fue corriendo, sin despedirse de nadie ni haciendo caso a los llamados de sus colegas para irlo a dejar a casa en auto.
Al otro día la sesión de grabación empezó tarde. Los muchachos le esperaron más de media hora y no había pista de él. Contraté una pequeña orquesta de vientos, la gente se impacientaba y no sabíamos que carajo podía haberle pasado, no contestaba las llamadas y no estaba en casa.
Cuando acariciamos la idea de cancelar, súbitamente apareció. Algunas voces le reñían, otras tantas le preguntaban las causas de su tardanza.
Nadie se dio tiempo de saludarlo y el enojo era evidente, entre airados gritos salió corriendo fuera del estudio.
Quedamos anonadados, de una pieza, sin saber como reaccionar.
A los diez minutos volvió, traía en una mano el mismo sandwich que tiró el día anterior y en la otra su telecaster negra. Sin mediar palabra se enchufó al amplificador, tragó el último bocado y se puso a cantar. El resto le siguió.

Fue la última sesión de grabación que hizo con el grupo, antes de su retiro voluntario. Registramos una veintena de canciones en poco menos de tres horas, nunca habíamos sido así de efectivos.