viernes, 25 de mayo de 2012

Profe


- Perdone profe, vengo llegando tarde por que tenía prueba. – Valeska venía bastante atrasada.
- Pase no más ,¿Y qué tal le fue?
- Bien, era de matemática y había estudiado harto. Pero fue muy larga.
- Pero si le fue bien eso es lo importante, ahora relájese y disfrute la clase. Saque sus partituras.
- Profe, no puedo.
- Nunca diga eso, ni permita que se lo digan, Carolina.
- Mira, así se me hace más fácil a mí. – Valeska, le mostró como se podían hacer las notas y que salieran más afinadas. El rostro de Carolina se iluminó por unos instantes y volvió a intentarlo.
- Muy bien, eso está perfecto. – El profe siempre trataba de incentivar a los muchachos. Acuérdese de no apoyar la mano completa en el mango.
Volvieron a tomar la partitura desde el principio, todas las indicaciones estaban anotadas. La música brotaba por doquier y el profe miraba con sorpresa y orgullo a sus pequeños, hacía muy poco tiempo que habían comenzado a conocer sus instrumentos y para él el avance era increíble.
- Profe, ¿esta nota es bajando, cierto?
- Si, tiene Ud. toda la razón.
- Es que se podría hacer subiendo si la ligamos con la anterior. – Dijo Valeska. Yo creo que quedaría más fácil.
- Intentémoslo.- Al momento el profe inició el conteo y los chicos le siguieron. Efectivamente la afinación y el volumen mejoraron.
- Oiga, profe. – Señaló Álvaro – Acompáñenos a ensayo hoy, tenemos que ver hartas piezas y si Ud. nos acompaña nos vamos a sentir más seguros.
- Si profe, acompáñenos. Tome, le traje unas galletitas para que coma.
- Ningún problema, en quince minutos más subimos. Hagamos un último repaso y nos vamos.
Siguieron tocando, siguieron disfrutando del instrumento de cuerda llamado viola. El profe pensaba en que sería en diez años más de estos muchachos, es decir, cuando tuvieran la edad que tenía hoy él.
Cuando tenía dieciséis se internó en la música y llenó el cielo de notas y colores para siempre, imaginó miles de algodones de azúcar verdes, rosados y amarillos. Había invadido su corazón el sentimiento más transparente y puro que pudiese concebirse. Por momentos se llenó de nostalgia y saudade. Ojalá que ellos tuvieran las mismas oportunidades que había tenido de ir a conciertos, de conocer a músicos importantes, de ver instrumentos de calidad; en fin, de adentrarse en el mundo completo de lo que significaba ser músico.
Ya había puesto la semilla en ellos, bastaba esperar su germinación.

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