viernes, 4 de mayo de 2012

Pulcritud


Muchos escritores dicen temer a la página en blanco. Yo me llevo muy bien con ella ya que permite plasmar en ella cualquier cosa, cualquiera tema particular que se venga a la mente. La que me pone ansioso es la página escrita, esa que merece revisión, esa que pide ser editada a fin de obtener una obra digna de inversión en tiempo, papel y tinta.
Hay que ser respetuoso con el lector, ¿Por qué alguien debiera dedicar tiempo de su vida en leer mi mensaje y no el de otro autor? Existen Neruda, Parra, Huidobro, Mistral, Donoso, Uribe Echevarría, Bolaño y tantos otros que indudablemente son un tesoro. Esas páginas doradas de la literatura chilena son aquello a lo que espero, algún día, llegar. Desbordan estilo y son rebosantes de hermosas figuras literarias; cierto es que en la medida que un país aprende a escribir también lo hará respecto a leer.
Hay que ser auto-crítico, es más que ostensible que no tengo el mínimo de mérito como para decir que soy un buen literato, mis líneas son casi sencillos descriptivos de mis experiencias de vida y aunque únicos e irrepetibles no necesariamente deben ser considerados obras de arte, en este sentido me falta bastante que desarrollar. Mi forma de lanzarme a la palabra es bastante burda y concisa, quedo en deuda de todos quienes se han atrevido a acercarse a mi prosa; es más, la deuda cobra intereses de modo exponencial cuando se trata de las personas que por cortesía o buena crianza me han dado halagos sobre mi quehacer.
¿Obra o sobra? No soy quien para determinar una u otra alternativa, queda mucho camino por recorrer aún. Un par de novelas en eterna corrección, muchos cuentos archivados, décimas sin pasar del todo en limpio, ideas en el aire, proyectos varios que piden dedicación, compromiso y ambición. Se las estoy dando a cada uno a su tiempo para que en, difícil determinarlo, quizá cinco o diez años haber publicado un mínimo de trabajos digno y respetable; por último con la calidad necesaria para no ser lanzados de inmediato a la basura con gesto de asco.
Al parecer me he, y he mentido al mundo. Existe la probabilidad de que haya puesto letras sobre este folio con el único fin de quitarle su pulcritud total, aunque creo que aún así algo se aprende de la experiencia.

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