-
Házme caso Javier y escribe en tu cuaderno rojo las cosas que estoy diciéndote.
- No
puedo creer que esté efectivamente haciéndote caso, menos aún a estas horas de
la noche.
Le
pasaba a Javier seguido, levantarse en cualquier momento para complacerla. Era
más a menudo de lo que le gustaba las primeras veces que se vieron y
compartieron algunas escuetas palabras.
- Muy
bien, ahora que ya te lanzaste es seguro que alguna idea surgirá, ¿no?
- Marta,
te he dicho en más de una ocasión que así no funciona.
- Créeme,
sé tanto de ti como tú mismo. Sé con total seguridad que necesitas un impulso
externo a cada rato. Ahora te lo estoy dando, continúa…
- Tengo
sueño...pero de todas formas no te vas a ir…voy a intentarlo…
-
Podrías escribir de tantas cosas, eres entretenido, por eso te elegí.
Marta
estaba en lo cierto, Javier escasas veces mostraba gran iniciativa y tenía
total razón en que los temas de los que podía escribir eran muchos y además de
gran interés para el público general. No obstante, para Javier siempre era
arduo y significaba demasiado trabajo el salir de la inercia.
- ¿Te
parece si ...?
- Por
ningún motivo, no creo que sea buena idea que escribas sobre tiempos en que no
sabíamos el uno del otro.
- Me
la pones cuesta arriba. Hace no tanto que te conozco y de que te recuerdo que
me he dedicado a estar encerrado. Sabes que me da un poco de pudor salir por
ahí contigo acompañándome.
- Me
tiene sin cuidado. Yo no te he prohibido seguir viendo a tus amigos y a tu
familia. Tú sólo te has ido aislando, yo no soy la responsable. Por lo demás,
estás escribiendo, no te distraigas.
La
noche avanzaba, el sopor de Javier se dilataba y sus diálogos con Marta no le
permitían concentrarse como de verdad hubiese querido. Aún así pasaban por su
mente un gran número de ideas por concretar, con gran celeridad iba apuntando
detalles relativos a cada una de ellas.
Marta
ya no le causaba tanta interferencia, tal vez se contentaba con observar a
Javier escribir, acercándose de cuando en cuando a oler el tabaco que fumaba,
parecía que cada bocanada de humo otorgaba al escritor algo de inspiración.
Estaba más suelto y confiado.
-
Javier, ¿me tienes miedo?
- Por
el contrario, de que apareciste en mi vida todo ha ido de viento en popa. Hasta
cariño te estoy tomando.
- No
querrás que me vaya, ¿o sí?
- No
digas tonterías jamás ha pasado por mi mente idea semejante. La pasamos muy
bien y lo sabes. Me haces sentir como un niño chico, explorando todo lo que
puedo.
- Pregunto
pues me parece que ya no estamos haciendo juntos las cosas que antes hacíamos.
Si no fuese tan insistente quizá dejaría de existir para ti.
- Por
favor, eso no va a pasar.
- ¿Y
podrá pasar?
- Dime
tú si eso es posible.
- Personalmente
creo que no, pero no estoy segura.
Y así
Javier seguía escribiendo. Algunas de las palabras de Marta crearon una
reverberación en su cabeza. Javier las repasaba una y otra en vez, sin notarlo,
en voz alta: ¿Será posible que ella se vaya sin explicación aparente?, ¿estamos
haciendo menos cosas en común de las que hace un tiempo hacíamos?, ¿se da
cuenta ella de que la necesito muchísimo?
Marta
se acercó a observar sus escritos.
- ¿Te
parece bien?
- Creo
que nunca en tu vida haz hecho un cuento más simpático e interesante. Muy bien
estructurado, me recuerda a Mijaíl Bulgàkov.
-
Cosas como esa que acabas de decir me hacen pensar que eres una prolongación de
mi ego.
- No
exageres Javier, si así fuera, técnicamente podría dejar de existir.
- Buena
idea. En este momento de la noche, preciso dormir.
- Muy
bien. Por hoy cumplí mi objetivo, espero verte cuando quieras pintar, hacer
algo de música o quien sabe, seguir escribiendo.
- Por
hoy suficiente, Marta. Te agradezco mucho que hayas aparecido justo ahora.
Nunca podré decirte lo agradecido que estoy de tí. Espero que nos veamos
pronto, debo reconocer que te extrañé bastante. ¿Cuándo vuelves?
- Ni
tú ni yo podemos saberlo, da un grito y estaré aquí mismo sentada.
- Por
mí está bien pasado mañana. Este psiquiátrico es de lo más tedioso, de no ser
por ti y la chica de las acuarelas me moriría de aburrimiento.
-
Bien, volveré. Recuerda que no debes contarle a nadie que estuve aquí.
Cualquiera
que atestiguara este tipo de diálogo habría entendido muy poco en el mejor de
los casos. Es muy probable que tú, si tú…querido lector, hubieses huido de aquí
presa del espanto. O por lo menos tendrías que haber demostrado cierto
escándalo por la locura de Javier.
Claro,
es chocante ver a un sujeto hablando solo. Sobretodo si se ve tan normal, si
tiene una novia como la que Javier tenía, si tiene un buen trabajo y, detalle
no menor, es famoso y reconocido en el área a la que se dedica.
He
visto varios. Son increíbles. Imaginan a su interlocutor, le atribuyen personalidad
propia, forma física. Se han notificado casos en que pueden palparlos, les dan
un aroma; todo ello para sentirse menos amenazados ante la presión constante
del medio que les circunda. Estos sujetos crean un lazo emocional con un ente
imaginario y además lo moldean a su antojo. Javier escribe las palabras que
Marta dirá, crea los guiones de sus diálogos y los recita. Nadie ha podido ver
a Marta, salvo él.
Así
son las visiones menos mal, privadas.
Mañana
volveré con el caso de Javier, después de todo es inofensivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario