domingo, 2 de septiembre de 2012

Consejos


- No, no, no. Por ningún motivo, déjame evaluar si la publicarás o no.
- Pero no entiendo, creo estar preparado para lanzarla ya.
- Un creo no es suficiente, ¿Ni siquiera para defender tus ideas tienes convicción? Mira las grandes novelas, analiza un poco a sus protagonistas. Nadie la tiene fácil, hay aliños, hay condimetos. Entrega total del autor, nada es simple para ellos, por eso son recalcables sus formas de ver la vida.
- ¿Y por qué no puedo yo hacerlo de un modo distinto?
- Son códigos, son reglas no escritas. Nadie relevante, Guillermo, va a tenerla fácil. Eso que relatas es soso, sin contrastes, sin matiz alguno.
- Esto tiene varios reveses, yo…
- Tú ese es el punto, tú, las novelas son autobiografías en muchos puntos. Para ser un buen escritor hay que darle vida a los personajes; si no tienes que entregar, si no has vivido intensa y raudamente, no tienes de que escribir. – Vieuxtemps lo decía con la seguridad del veterano hablando de las batallas peleadas.- ¿Has tenido cosas que sean contables? Anécdotas, chistes, cualquier cosa sirve; bien contada sí. No como hasta ahora lo haces.
- Esto no tiene que ver con eso, más bien…- Vieuxtemps le interrumpió.
- ¿Entonces con qué? Escribir es la vida, no es un hobbie, no es un simple empleo. Es una filosofía de vida. O lo das todo o mejor prendes la televisión y te llenas de basura. Tienes el potencial, vive cosas, ten emociones, enamórate, sufre, llora, corre por algo en tu vida. ¿Hay algo que te motive además de la escritura?
- La música.
- Eso es, entrega, los grandes músicos vivieron vidas de perro. Sin lujos, sin reconocimiento salvo el póstumo que no se puede paladear. No hubo elogios, cada nota tenía un milisegundo particular y había que labrarla sólo en ese pequeño instante, no antes, no después.
Todo en segundos, trabajo de meses reducido a obras que duran minutos, a composiciones que están y cuando reaccionas ya se han ido. - Vieuxtemps chasqueó los dedos.- Los personajes se crean del mismo modo, ellos hacen que las cosas pasen, no son unos simples pusilánimes que se adaptan a cualquier situación. Al contrario, luchan incesantemente
- Estoy entendiendo y me voy a esforzar por hacerlo mejor, no es fácil ¿Entiende? No es fácil.
Vieuxtemps se acercó y miró directo a la cara a Guillermo evaluándolo con gran detalle.
- Buena educación, buena familia, buenos amigos, ningún trauma de niñez, peinado demasiado correcto, dicción casi perfecta. Con eso no eres nadie, no se puede pretender ser perfecto y además buen escritor. O es lo uno o lo otro.
Guillermo se quedó de una pieza, Vieuxtemps estaba lanzando metralla pesada y en realidad tenía total razón para aseverar las cosas que decía. Sentía en la profundidad de su ser que su esfuerzo no estaba siendo recompensado, que a otros se les daba más fácil el jugar a ser escritores. Con toda su perseverancia, con toda su disciplina sus sueños se estaban haciendo pedazos en su pleno rostro. Si era sincero consigo mismo el viejo tenía razón. Por primera vez en mucho tiempo se permitió sentir algo, pena en esta ocasión, y recordó que la mayor parte de las veces se ponía a escribir cuando se sentía solo. ¿Era realmente eso lo que Vieuxtemps denominaba entrega?
- Revísalo, házle recovecos. Suéltate un poco. Cuando tengas algo digno de ser leído por mí y no un pérdida de tiempo vuelve, por favor, solo si estás seguro de soportar mis críticas. La decisión es tuya.- Vieuxtemps se había servido un whisky de proporciones dantescas y se lo bebió de un sorbo, acompañando el movimiento con un gesto que decía claramente que lo estaba echando de la casa.
Guillermo tomó sus cuadernos y le miró con aire desafiante, pero sin decir palabra alguna. Giró el pomo de la puerta sabiendo que no era recomdable decir algo en esa situación, cualquier frase que saliera de su boca iba a ser producto de la pena y la ira que estaba experimentando. Aún así, dejó en claro sus pensamientos con un sonoro portazo que reverberó por todo rincón de la casa de Vieuxtemps.
El viejo se rió cuando ya estaba solo, se sirvió otro trago mientras demabulaba ansiosamente cerca del dintel de la puerta.
Finalmente dijo: - Este muchacho va a ser un grande.

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