Una telenovela para ser buena debe saber generar cambios en su
auditorio, principal y prioritariamente de estado anímico. Para ello la empatía
es clave, quien sintonice con la historia y se sienta parte de ella necesitara
casi por fuerza ver como se van desarrollando los capítulos consecutivos. No es
necesario invertir recursos onerosos ni tampoco llevar a los personajes a tener
vivencias rebuscadas o fastuosas, basta con generar cercanía con el espectador
a través del propio reflejo de sus características o de las de los antagonistas
para que el interés aflore.
No hay que estirar nada, todo tiene principio y final. Evidente, si se
piensa en un número determinado de horas de duración la inclusión de un mayor
número de ellas no hará más que mermar la calidad de nuestra obra, los
maquillajes tardíos, los arreglos a la rápida y todo tipo de modificación no
justificada pueden arruinarlo todo. Hay que saber cuando sacar el pincel de la
tela.
Es preciso incluir personajes de todo tipo, buenos, malos, neutrales,
lindos, feos, flacos, gordos, grandes y chicos, etc. Creo que el punto quedó
claro, a mayor heterogeneidad las posibilidades de acción que se abren son
increíbles. Permiten así generar un número casi ilimitado de potenciales
historias.
No excederse con las emociones es también un buen consejo. Ni demasiada amargura y llanto, ni felicidad exacerbada y a la larga falsa. De todo un poco, pero siempre en la medida razonable.
No excederse con las emociones es también un buen consejo. Ni demasiada amargura y llanto, ni felicidad exacerbada y a la larga falsa. De todo un poco, pero siempre en la medida razonable.
Hay, sin duda, efímeros episodios en que la vida misma se transforma en
una serie dividida en átomos que se interconectan y dan forma a un corpus
estable de una u otra manera y que, obviamente, tiene linealidad aún cuando
pase desapercibida ésta para el protagonista.
En ocasiones los personajes cambian de roles, unos entran y otros
salen, algunos son imprescindibles para continuar con el guión mientras que la
mayoría actúa en solo algunas escenas menores. Lo interesante es que nadie
puede guiar a total voluntad como se irán desarrollando los hechos y que cosa
llevará a cual otra. Resultan muchas veces inexplicables las causalidades
disfrazadas de casualidades que dan golpes de timón rigurosos a la estabilidad
o, por el contrario, ahuyentan el caos completo por los que nos lleva la vida
en sus altos y bajos. Estar parado en un lugar X en un momento Y cuando la
persona Z iba justo pasando por allí. Hacer la pregunta justa al sujeto
indicado, animarse a afrontar nuevos desafíos, soñar con algo que nos abre la
mente. La idea es siempre ir superándose a sí mismo, de otro modo ni siquiera
se merece manchar las pulcras hojas del guión.
El mío me tiene bastante contento, creo haber tenido bellos momentos y
haber escrito hermosos pasajes. Claro, más de alguna vez uno se equivoca y algún
acápite no tiene el mejor de los finales, y es bueno ser consciente para no
cometer los mismos errores a futuro y no causar dolor a nadie nuevamente. El
punto es que la trama recién está empezando a desarrollarse y las mejores
escenas vendrán pronto, tengo la firme convicción de que como escritor estoy
haciendo un sublime trabajo. Al fin y al cabo, como un amigo dice cada vez que
tiene oportunidad: “Uno cosecha lo que sembró”.
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