Con la misma parsimonia de siempre ejerció el sobrio ritual que hacía
años respetaba. Los Domingos a las nueve de la noche se apagaban las luces del
departamento y comenzaba la lectura de pequeños relatos. Baño, apagado, cocina,
apagado, luego el dormitorio y finalmente el comedor. Disfrutaba de alguna
fruta en plena oscuridad y luego de eso encendía la pequeña lámpara de
escritorio. La luz roja es muy efectiva para leer, no molesta si hay sol y en
la oscuridad permite una adaptación muy rápida. No por nada en el interior de
barcos y submarinos la usan, permite una visión bastante buena si que hay que
salir a la superficie súbitamente.
Cogía algún escrito y lo iba deshilvanando poco a poco. Cuando leyó el
primer párrafo y observó las coincidencias casi totales con su ritual, el texto
le raptó de inmediato. Con toda su atención prosiguió, analizando las palabras
pausadamente cual si fueran rebanadas de algún jugoso fruto.
Mayor sorpresa, el párrafo siguiente estaba preciosamente adornado de
la más bella prosa y hablaba sobre su profesión, del como pensar la ocupación y
de su rol social e impacto. Compartía plenamente tanto visión como misión allí
contenidos, su filosofía de vida calzaba en gran proporción con la propia.
Se detuvo un rato a pensar objetivamente algunos detalles y continuó
devorando el trozo de papel.
Un salto lógico impensable, algo así como un resumen de las actividades
del día con tickets a los lados. De las tareas al parecer autoimpuestas todas
cumplidas y en algunas pequeñas notas con líneas complementarias y
felicitaciones por un desempeño relevante.
Más texto, profusamente se explicaban algunos puntos sobre la biología.
No era una teoría, más bien eran pequeñas ideas que formaban un todo compacto,
pero auto-explicativo sobre la división celular. Al terminar esas líneas quedó
petrificado, era genial, era lo que había estado buscando durante tanto tiempo
en su estudio. Allí se encontraba el eslabón perdido de su investigación. Estaba
profundamente sorprendido, saltó de emoción y júbilo al haber encontrado esa
joya. Su estupefacción aumentaba, atónito estaba y era evidente. No le
impresionó tanto el haber resuelto una problemática de meses, más le sobrecogió
pensar que fue su persona quien escribió aquello estando en séptimo básico.
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