Cuando explico mi enfermedad la personas piensan que estoy bromeando,
pero es cierto, tengo una incapacidad total para percibir los colores. La
televisión sigue siendo en blanco y negro para mí y el mundo es una escala de
grises. Como he vivido esta condición desde pequeño, he tenido que lidiar con
algunas cosas y rebuscarme algún tipo de solución que me permita sintonizar
mejor con mi medio ambiente.
Es así que inventé, en colaboración con algunos amigos, un ojo
electrónico que me permite “ver” los colores. No es un mecanismo de sumo
complejo, es un traductor de ondas de luz en ondas sonoras y que me permite, a
través de un sonido particular, saber a que color estoy expuesto.
Como soy pianista no me tomó mucho tiempo poder asociar un color a una
nota, pero tuve que entrenarme bastante para lograr reconocer la serie de
matices que hay entre el negro y el blanco.
Es curioso, pues a veces conozco a una persona y puede sonar muy bien,
pero en apariencia no ser muy atractivo y vice-versa. Cada quien tiene un timbre
y altura propios, a veces los sonidos se superponen y se crean acordes.
Definitivamente maravilloso. Es espectacular ampliar el espectro de sentidos
humanos, hay días en que mi ojo me permite ver la cantidad de rayos
ultravioleta en una playa y gracias a ello determinar si es o no buena idea
tomar sol, o mejor hacerlo en otra ocasión. Que alguien me apunte con un control remoto, no es muy agradable.
El mundo se oye, imagínate como es de increíble ir a una feria libre, o
al supermercado. Es una sucesión de armónicos y una danza musical en todo su
esplendor. Requiere cierta costumbre, pero cuando ya te enamoras del sistema es
increíble.
Puedes aplicarlo también a las palabras, a los discursos a las frases
de la gente y llevarlo a un óleo o a un esquema. Allí está el discurso de
Luther King, allí algunos de Hitler (que curiosamente las visitas encuentran
menos atractivo luego de saber de quien es), un par de charlas de Einstein, o
las palabras del hombre llegando a la luna.
También oir se ha transformado para mí en algo hermoso, Mozart es muy
amarillo. En la mañana sonó el teléfono y yo en sueños percibía el verde. El
teléfono suena verde. Ya puedo hasta palpar los colores, pues que duda cabe, me
transmiten sensaciones corporales luego de casi diez años de convivencia con
este ojo electrónico. Mi casa ha sido diseñada no tanto para verse bien, mejor
dicho la han pintado y he tomado las decisiones relativas a la decoración en
base a lo que suena mejor. La sala de estar es muy relajante y alegre,
orientada a los colores púrpura y rosados. Es bellísima.
No dudo en que es una buena medida para todos los seres humanos el
llevar sus sensaciones, percepciones y por tanto emociones a niveles más
amplios, darle al vuelta al mundo en unos minutos y empezar a mirar desde otros
puntos de vista. Para mí ha sido un descubrimiento fantástico, donde quiera que
miro hay música y colores, quizá cuantas cosas más sigo ignorando mientras
descubro esta nueva dimensión de experiencias.
¿Cómo habrá sonado mi primer perro?, ¿Qué notas habrá tenido mi primera
novia?, ¿Cómo sonará la verdadera Mona Lisa? Me dan ganas de reabsorberlo todo
ahora que sé que si puedo ver en una amplia gama de colores, y tal vez pueda
ver más allá de los trescientos sesenta y cinco que hoy percibo. Hay que
perfeccionar aún el ojo, pero vamos por muy buen camino.
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