miércoles, 24 de octubre de 2012

La danza de los colores


Cuando explico mi enfermedad la personas piensan que estoy bromeando, pero es cierto, tengo una incapacidad total para percibir los colores. La televisión sigue siendo en blanco y negro para mí y el mundo es una escala de grises. Como he vivido esta condición desde pequeño, he tenido que lidiar con algunas cosas y rebuscarme algún tipo de solución que me permita sintonizar mejor con mi medio ambiente.
Es así que inventé, en colaboración con algunos amigos, un ojo electrónico que me permite “ver” los colores. No es un mecanismo de sumo complejo, es un traductor de ondas de luz en ondas sonoras y que me permite, a través de un sonido particular, saber a que color estoy expuesto.
Como soy pianista no me tomó mucho tiempo poder asociar un color a una nota, pero tuve que entrenarme bastante para lograr reconocer la serie de matices que hay entre el negro y el blanco.
Es curioso, pues a veces conozco a una persona y puede sonar muy bien, pero en apariencia no ser muy atractivo y vice-versa. Cada quien tiene un timbre y altura propios, a veces los sonidos se superponen y se crean acordes. Definitivamente maravilloso. Es espectacular ampliar el espectro de sentidos humanos, hay días en que mi ojo me permite ver la cantidad de rayos ultravioleta en una playa y gracias a ello determinar si es o no buena idea tomar sol, o mejor hacerlo en otra ocasión. Que alguien me apunte con un control remoto, no es muy agradable.
El mundo se oye, imagínate como es de increíble ir a una feria libre, o al supermercado. Es una sucesión de armónicos y una danza musical en todo su esplendor. Requiere cierta costumbre, pero cuando ya te enamoras del sistema es increíble.
Puedes aplicarlo también a las palabras, a los discursos a las frases de la gente y llevarlo a un óleo o a un esquema. Allí está el discurso de Luther King, allí algunos de Hitler (que curiosamente las visitas encuentran menos atractivo luego de saber de quien es), un par de charlas de Einstein, o las palabras del hombre llegando a la luna.
También oir se ha transformado para mí en algo hermoso, Mozart es muy amarillo. En la mañana sonó el teléfono y yo en sueños percibía el verde. El teléfono suena verde. Ya puedo hasta palpar los colores, pues que duda cabe, me transmiten sensaciones corporales luego de casi diez años de convivencia con este ojo electrónico. Mi casa ha sido diseñada no tanto para verse bien, mejor dicho la han pintado y he tomado las decisiones relativas a la decoración en base a lo que suena mejor. La sala de estar es muy relajante y alegre, orientada a los colores púrpura y rosados. Es bellísima.
No dudo en que es una buena medida para todos los seres humanos el llevar sus sensaciones, percepciones y por tanto emociones a niveles más amplios, darle al vuelta al mundo en unos minutos y empezar a mirar desde otros puntos de vista. Para mí ha sido un descubrimiento fantástico, donde quiera que miro hay música y colores, quizá cuantas cosas más sigo ignorando mientras descubro esta nueva dimensión de experiencias.
¿Cómo habrá sonado mi primer perro?, ¿Qué notas habrá tenido mi primera novia?, ¿Cómo sonará la verdadera Mona Lisa? Me dan ganas de reabsorberlo todo ahora que sé que si puedo ver en una amplia gama de colores, y tal vez pueda ver más allá de los trescientos sesenta y cinco que hoy percibo. Hay que perfeccionar aún el ojo, pero vamos por muy buen camino.

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