lunes, 9 de julio de 2012

Psicología


Es curioso, pero el estudiar esta carrera implica para la gente muchas cosas. Algunas carentes totalmente de sentido y otras con cierto arraigo en la realidad, pero trastocadas en modo ostensible.
Si leer la mente estuviera dentro de mis capacidades usaría tal habilidad no para entrometerme en los pensamientos ajenos, sino que para evitar problemas y alejarme cuando otra persona quiera contaminarme con sus locas ideas.
Si tuviera el poder de analizar a cada ente sobre la Tierra y de allí desprender que ocupación es la que mejor le viene de acuerdo a sus aptitudes, de partida no haría la consulta gratis como todos pretenden que uno lo haga. ¿Y qué respuesta sería la óptima para darle a alguien cuya banalidad fuese notoria?, ¿Cómo comunicarle a alguien que potencialmente sus talentos no son acordes a la profesión u oficio que tanto anhela?
Tenemos el mismo tipo de vicisitudes en nuestra vida que todos los demás seres humanos, sentimos, nos enojamos, a veces no sabemos como controlar ciertos aspectos de nuestra vida. Por eso nos frustramos, por eso lloramos, por eso queremos cambiar el mundo y en ocasiones no nos es posible, pues ni siquiera podemos cambiar detalles en nosotros mismos que cientos de libros recomiendan. Somos comunes y corrientes, no poseemos bolas de cristal. Nos tomamos un trago igual que todos, decimos pesadeces, padecemos insomnio, tenemos problemas de pareja de tanto en tanto, nos estresamos, podemos sentirnos solos; tal cual puede sucederle a cualquiera.
Y claro, ni hablar de lo que pasa cuando es uno el que está un poco triste o dubitativo, manos que te ayuden son muy pocas. Es más cómodo mirar al que está en el suelo y darle de puntapiés.
Es de sumo complejo hacerle entender a las personas que por muy Psicólogo que uno sea, el campo de estudio está dividido en varias ramas y cada una circunscribe a un ámbito parcelado de la disciplina (no es ciencia a mi juicio). En cuanto a uno le conocen existe una respuesta casi de común acuerdo: “Acá tienes un paciente”, claro, como si todos fuésemos clínicos.
Cuando me subo a un taxi o colectivo y me preguntan a que me dedico, me empieza a molestar el bajo vientre. Escasas personas dejan el interrogatorio hasta allí,por el contrario, plantean de inmediato sus inquietudes sobre un vecin@, amig@, espos@, prim@, sobrin@, etc., etc. que tiene problemas a solucionar. Por eso es que a veces dedico decir que soy técnico en geomensura, o ingeniero electrónico; hasta allí llega el cuento pues ya no saben de que más preguntarte.
Otros lanzan de inmediato descargas de ira y odio, “Todos los Psicólogos son chantas”, “Yo fui al Psicólogo y lo único que hizo fue sacarme plata”, “Prefiero tener un buen amigo que ir al Psicólogo”. No es mi responsabilidad enseñarle ética a aquéllos que supuestamente estudiaron lo mismo que yo, aunque quisiera hacerlo tampoco podría cumplir con la tarea.
Inclusive sin conocer mucho en profundidad como es uno, a menudo el rótulo de loco que te ponen en la frente es irreversible. Ante esto, ¿qué se puede hacer? Sin duda, estudiar derecho, odontología o ingeniería. Realmente lo estoy pensando.

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