martes, 25 de diciembre de 2012

Dicho sea de paso


No tengo memoria de haber pedido a cualquier deidad estos dones. No hay noción en mí de ambicionar algún talento. No busqué lo que tengo en mí, no pedí nada de ello. Tan sólo llegaron, son parte de mí desde hace mucho, quizá desde antes de nacer ¿Cómo saberlo?
No pedí ser envidiado por mi forma de escribir, ni aborrecido por entender las cosas de un modo distinto al que lo hacen los demás. Nunca exigí poder desplegar cualquier idea en un trozo de papel. No estaba en mis deseos el retener miles de melodías y poder tocarlas donde y cuando fuera necesario. Nadie me enseñó ese revés con efecto. No me puse delante de nadie para taparle el sol, sus rayos caen naturalmente sobre mí.
Dudo de haber anhelado tantas amistades, no pedí tampoco el amor. No quise conocerte, pero pasó. Te amé con el corazón y no con los ojos.
Y así es con todas las cosas, pasan simplemente y voy descubriendo que ni siquiera del espacio que ocupa mi cuerpo soy dueño. Que un día alguien está y creer poder llegar a encontrarle sentido a las cosas en su compañía y, luego de fugaces segundos, quedarme finalmente con la nada, única cosa de la me puedo jactar de ser dueño tampoco es algo que añorase.
Ni a mi soledad…
Vienen, van, vienen, van. Pero solo pululan alrededor diciendo cosas que en última instancia son fútiles, nada duradero. Pompas de jabón que explotan y que apenas puedo percibir cuando pestañeo. Y una vuelta y otra, ¿Qué es lo constante? Ni siquiera el cambio, más bien es el desánimo. Todo tiene el sabor de un caldo frío y sin aliño.
Yo no tengo la culpa, yo no les pido que se queden. Siempre he querido estar solo, pero insisten de una u otra medida, y aunque dicen que no, que esta vez será distinto, se largan y me dejan peor que cuando me encontraron. Y eso cansa, desgasta el cuerpo y la mente, que a esta altura están muy abollados y faltos de ajuste.
No me importa si me leen, yo solo escribo.
No me importa si me oyen, yo solo toco.
No me importa si me ven, yo solo pinto.
No me importa si me alcanzan, yo solo corro.
No me importa si usan mis artefactos, yo solamente los construyo.
No me importa que me quieran, por favor ni siquiera lo intenten.
Cada vez que oigo un cumplido es para ejercer un chantaje. “Eres super inteligente, pero irrespetuoso”, “Eres super buen pololo, pero muy serio”, “Eres super talentoso, pero te falta disciplina”. Y así. 
Yo no pedí ser una extensión del ego de nadie, no estoy aquí para dar en el gusto a persona alguna. Yo solo quiero y necesito que me dejen ser yo, el resto por favor guárdenselo donde les plaza. No quiero ni su falso abrigo ni su hipócrita preocupación. Si me equivoco gracias doy, así sumo experiencia; mi experiencia.
Al fin y al cabo nada tiene sentido.

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