sábado, 2 de junio de 2012

Memoria


- Entonces no te acuerdas.
- No, vengo diciéndote hace como 10 cuadras que no me acuerdo. No hay nada en mi cabeza que pueda serte de utilidad para el fin que te propones.
- Pero es que tú siempre has tenido mejor memoria que yo.
- Para algunas cosas, ¿de qué sirve ese dato?, dime.
- No sirve, pero sería bueno acordarse.
- Bueno, ¿bueno para qué?
- No sé, la gente se va olvidando de uno y uno de ella. Primero se van los tics, después las muletillas, luego los aromas. Se van los gestos, el tacto, la voz y te quedas con el nombre. Si se te olvida el nombre ya no queda nada.
- Tú lo has dicho, no queda nada. No me acuerdo ni quiero hacer esfuerzos. Cambia de canal por favor, estás pegado en esa novela.
- Pero si debes de saber, por fa, ház el intento.
- Que no me acuerdo, NO ME ACUERDO.
- Era con A, estoy seguro que empezaba con A.
- Esto es absurdo, el interesado eras tú. ¿Por qué tendría que haberlo yo guardado en mi memoria?
- No sé, como una anécdota. Como esas cosas chicas que uno guarda, postales, fotos mal sacadas, cartas de amor, juguetes de cabro chico.
- Hace mucho rato que dejé de almacenar ese tipo de porquerías. Tú me has visto botarlas. Sabes que con mi cerebro no juego y que del momento que descubrí como limpiarlo lo hago periódicamente.
- Si sé, te he escuchado en las mañanas canturreando. ¿No te acuerdas, de verdad?
- Nada, ni un ápice.
- ¿Algún número?
- Menos, jamás los usé. A mí esas cosas se me quedan escribiéndolas. Tampoco creo haberlo tenido.
- Voy a pensar que hacer. ¿Falta mucho para llegar a tu casa?
- Poco, unas 6 cuadras más. Derechito por esta calle.
- Tengo hambre, comamos algo. Quizá comiendo me acuerdo.
- Está bien. Pídeme lo de siempre, voy a mirar las revistas en el kiosko.

Y allí estaba ella, de cuerpo completo en la foto de un diario medio subido de tono. La misma, aunque lo mostraba todo lo que la delataba era el lunar en el lóbulo de la oreja izquierda y el tono de los ojos. No podía contarle, no podía decirle que ella se había ido del país para dedicarse a eso y no a estudiar un magíster como había dicho.
En ocasiones hay que evitarles el dolor a los amigos, sobretodo si has compartido tanto con ellos. El creyó estar enamorado de ella, pero su emoción distaba mucho de eso. Era una mezcla de curiosidad y costumbre, era en el fondo un negarse a estar solo.

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