domingo, 24 de junio de 2012

Luli


- Estoy en Mac-Iver – Me dice desde el otro lado del teléfono.
- Voy para allá. – Respondo, y dirijo mis pasos hacia la dirección que me dio. Bajo la lluvia me es cómodo caminar hoy, aunque no tengo la más mínima idea de hacia donde voy.
Llego al sitio, pero no me parece el lugar adecuado para realizar una exposición de pinturas. Doy un par de vueltas y decido llamarla de nuevo.
- ¿Cuál era el número? Efectivamente es allí. Baja a buscarme. Mientras la espero el guardia me pregunta. ¿Viene al cabaret o a la exposición?
– Exposición.
- Suba.
Allí está ella. Me río mucho con lo anómalo del evento. Ella me explica un poco sobre el asunto, el punto común entre este establecimiento y las pinturas es el erotismo. Observo las obras, todas de estilos y escuelas distintas. Un muy gran número de autores se reúne en el lugar.
Repentinamente las luces tienen un cambio en su intensidad y una voz animosa alenta al público a aplaudir a la muchacha que aparece de la nada y sube a un caño que había permanecido invisible para mí.
Enmascarada y con una vestimenta cargada de sensualidad empieza a bailar al son de una canción más agresiva que incitante. Hace lo que sabe y sabe lo que hace, los jovencitos que la rodean estás fascinados. Cámaras y teléfonos portátiles surgen desde todos los rincones para inmortalizar el momento.
A mi izquierda un cuadro de Luli, funciona de un modo extraño ya que las proporciones, los matices y las formas no guardan relación alguna con la realidad. No obstante, logra engañar mi vista y percibo que es el personaje en cuestión. Los brochazos son muy poco someros, las marcas del pincel surcan la superficie del lienzo.
Miro a mi derecha, muchas mujeres de edad avanzada se aglomeran en un enorme sillón de cuero rojo. Su reacción ante el espectáculo es de lo más variopinta: unas bailan, otras se tapan la vista y hacen gestos de desaprobación, una que otra hace mímicas imitando los movimientos que la stripper realiza en el tubo metálico.
No suelo venir a estos lugares, en realidad de no ser por algo así nunca habría conocido este club. Otras chicas se acercan para mirar el desempeño de su compañera. Las veo, responden con una mirada coqueta todas. Sus rostros son hermosos, me muestran una juventud que no va más allá de los veinte años. Me pregunto por que razón el destino las habrá llevado a dedicarse a algo así.
La música deja de sonar y la bailarina baja del escenario ante un aplauso multitudinario. Supongo que se va a vestir, pero no lo hace. Va de lado a lado recibiendo felicitaciones de los asistentes y sacándose fotos con ellos. Finalmente se ubica muy cerca de mí sin ningún tipo de apocamiento y timidez, finalmente el que se incomoda un poco con la situación soy yo. Me ruborizo bastante y ella al darse cuenta se pone a reir.
Mi amiga está conversando con algunos personajes en otra locación, yo aprovecho de pegarle una última mirada a los cuadros en exposición, algunos son de sumo interesantes.
Una chica guapísima se acerca a pedirme fuego, ella reparte unas revistas dirigidas a hombres. Me pasa una y me da gracias por haberle facilitado un encendedor, le pregunto algunas cosas sobre el lugar y su opinión sobre la exposición de pintura.
- Es raro, pero entretenido. Mire, la gente se lo está pasando de lo más bien.
Mientras evalúo el ambiente le contesto. – Tienes total razón.-
Su acento es caribeño y pronuncia las palabras de modo muy dulce y rítmico, le hago un gesto y me despido.
Cerca de la escalera empezamos a reunirnos con los compañeros de mi amiga.
Pregunto a Génesis: -¿Dónde vamos ahora?
- No sé –responde. Un súbito temblor risueño recorre mi cuerpo.

1 comentario:

  1. Jaajajahahah A ti no mas te pasan esas cosas. Que chistoso.

    ResponderEliminar