sábado, 28 de enero de 2017

Pruebas contundentes

- Insisto, no parece haber nada anormal en su conducta, sus procesos cognitivos ni en un habilidades sensoriales y motoras. Los análisis son concluyentes, señor Matamala.
- Los análisis son falibles, mi querido Doctor, eso Ud. lo sabe. No calzo con la sociedad, no me siento parte de ella. Le agradecería encarecidamente si pudiera permitirme una estancia de dos o tres semanas en las dependencias del Hospital. – Explicaba Matamala, ya casi con desesperación.
- Señor Matamala, no puedo hacer tal cosa. El reglamento es estricto, no está permitido recibir a pacientes que no justifiquen su calidad de tales luego de aplicar las pruebas. Ud. está sano, puede hacer una vida normal perfectamente, sería una exageración recluirlo. – Señalaba el Doctor Estévez con total parsimonia, intercalando entre sus palabras algunas fumadas de su pipa. Mucha distinción en sus ademanes, mucha clase en su estampa.
- Doctor, se lo ruego, por favor. – Suplicaba Matamala.
- No hay nada que hacer. Vaya a su casa, descanse, disfrute de su tiempo libre y tómese todo con calma. No cometa ninguna locura que haga a los policías pensar que debe estar aquí, Ud está sano mi amigo. – Agregó Estévez a concluyendo así la entrevista. Levantándose de su mullido sillón de médico psiquiatra dio unas palmaditas en la espalda a Matamala y le abrió la puerta mientras simultáneamente agitaba su mano en señal de despedida.
Matamala siguió las instrucciones. Matamala recuperó su vida. Matamala recuperó a su familia. Matamala recuperó la felicidad.

Nada de eso hubiera sucedido si Estévez no hubiera mentido sobre los resultados de las pruebas.

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