miércoles, 1 de abril de 2015

Mujeres en el espacio

Estando ya retirado le encantaba jugar los fines de semana a encontrar frecuencias perdidas. Mi abuelo, con sus sofisticados equipos militares de telecomunicación, captó esta transmisión a principios de la década del ’60. Originalmente en ruso, era una voz femenina que recorrió todo el abanico de emociones posible que un ser humano puede experimentar:

Cinco, cuatro, tres, dos, uno.
Base.
Cinco, cuatro, tres, dos uno.
Entren.
Entren.
Hace calor, hace calor.
Respirando oxígeno, respirando oxígeno.
Hace calor, hace calor.
Respondan, respondan.
La transmisión comienza ahora.
Cuarenta y cinco punto cincuenta.
Base, base, base.
No es peligroso?
Hace mucho calor, hace mucho calor.
Contesten, contesten, contesten.
Base.
Veintiuno punto setenta y cuatro.
Respondan.
Hace mucho calor.
Puedo ver flamas, flamas alrededor.
Mucho calor.
Me estrellaré?
Cómo debo transmitir?
Base, base, base, base.
Se quema…
Se quema…
Volveré, volveré.
Sube la temperatura.

La señal cesó y unos tres minutos después, en otro canal de onda corta, se percibió claro un mensaje de S.O.S dirigido a todo el mundo. Por la orientación y cambios de altura evaluados con efecto Doppler era posible concluir sin gran probabilidad de error que ambas transmisiones tenían por origen el mismo satélite. El S.O.S. se extinguió de pronto, sugiriendo que el emisor desapareció de forma súbita.
El día Lunes las radios informaron que la Unión Soviética reconocía la explosión de uno de sus aparatos al entrar en la atmósfera terrestre. No obstante, no se hizo mención alguna a si estaba tripulado, ni menos por quien.
Dos años y fracción más tarde, el 16 de Junio de 1963 y a bordo de la Vostok 6, se proclamaba a la soviética Valentina Tereshkova como la primera mujer en el espacio.
No fue la primera en salir, pero si la primera en volver a salvo.

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