La primera persona singular dijo algo singular.
En un segundo, la segunda persona singular logró entenderlo. Pero ya
era tarde.
Había otro singular, una tercera persona singular que, como sujeto,
había dañado todo predicado previamente escrito. Así las oraciones ya no
cuajaban. Las cosas o son plurales o singulares, pero no ambas.
En una frase: todo lo relacional se dehizo. Los adjetivos dejaron de
ser neutrales.
Todo se puso pluscuamperfecto, o derechamente imperfecto. Predicamento
predicativo de género indeterminado.
Ante este yuxtapuesto panorama particular lo mejor era crear una nueva
gramática generativa.
Pretéritos olvidados.
Borrón y cuenta nueva, todo desde cero.
Rezó una oración para que todo estuviera bien, desde el sentido lógico.
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