martes, 30 de diciembre de 2014

Cortesía

- Abre la puerta, te dicen.
Golpeaba el portón con furia, le daba de patadas y lo zamarreaba de vez en cuando.
- Sale a recibirme, pelotudo.
Más y más golpes iracundos.
- Ya te vi, mariquita.
No había movimiento en la casa.
- Última advertencia, sale ahora infeliz, o te vas a arrepentir por el resto de tus días.
Los vecinos cercanos, se asomaban curiosos y asustados desde sus ventanas. Nadie la conocía en ese barrio.
Tomó un tarro basurero que había en las cercanías, seguramente de propiedad de alguno de los vecinos, y comenzó a llenarlo de piedras. Al cabo de cinco minutos estaba atiborrado de proyectiles.
- A la una, a las dos, a las tres.
Avistó el objetivo, le dio un beso al pequeño camote que había en su mano y lo lanzó con precisión olímpica a la ventana de la puerta de la casa.
Otra piedrecilla más en su mano. Esta vez tomó más tiempo para apuntar, certero impacto en el medidor de la electricidad.
Algún vecino llamó a la policía, pero ella estaba concentrada por completo a su tarea cuando la patrulla llegó.
- Señorita, nos han reportado que alguien está atacando propiedad ajena. Sería tan amable de mostrarme su carnet.
- Señor Policía, lamento que le hayan molestado por algo tan pequeño como esto y reconozco que estuve apedreando esta casa por bastante tiempo. Es que Ud. no sabe lo que se siente que hablen mal de la obra poética que uno con tanto trabajo ha hecho, con sangre, sudor y lágrimas.
- Señorita, si no me muestra su carnet me veré en la obligación de detenerla.
- Detenerme, ¿Por qué? Este simio de Carín me destrozó en su crítica, todo porque no me quise acostar con él. Es un desgraciado mal parido.
- Señorita, por última vez le pido su carnet.
- Es que no lo tengo.
- Va a tener que acompañarme a la Comisaría, por favor haga todo lo que yo le señale.
- Claro, Carín se debe estar riendo adentro de la casa.
Apunto al lugar, destrozado, lleno de piedras de todos los tamaños posibles.
- Lo dudo, según tengo entendido el escritor vive al frente.
- Eso quiere decir que mi visita de cortesía no tuvo sentido.

Carín se asomó desde su ventana y la saludó con cara de risa reprimida. La Chica estuvo detenida 3 días, hasta que otros poetas la fueron a sacar del calabozo.

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