martes, 27 de noviembre de 2012

Familia


Cuenta la leyenda que hubo un día en que las personas vivían en comunidad espiritual casi total, su grado de hermandad era tal que la mayoría de sus actividades eran realizadas de forma grupal y  con una orientación hacia crear el bien común.
Muchos años han pasado de esta forma obsoleta de vida, incompatible con las necesidades de velocidad, progreso y solipsismo del presente.
Resulta casi imposible de imaginar que el ser humano se diese el tiempo de crear un sitio donde vivir y lo hiciera con otros individuos de su misma especie. Comúnmente denominaban a este grupo familia, y al lugar donde habitaban hogar. En dicho emplazamiento se realizaban las más variadas diligencias: alimentarse colectivamente y en distintas horas del día, conversar sobre diversos temas (muchos de ellos nada interesantes y solamente orientados a estrechar vínculos emocionales y sociales), jugar, ver filmogramas en un aparato denominado TV, dormir y planear también cosas a realizarse fuera de sus instalaciones. 
De acuerdo a antiguos documentos y hallazgos provistos por la etnografía las primeras familias contaban con dos figuras que daban sostén y seguridad a la estructura, una femenina (madre) y una masculina (padre).
Las familias normalmente compartían, además de un sitio físico común; ideas, valores, ética y educación cívica. Es decir, filosofías de vida que guiaban su existencia. Normalmente se transmitían de una generación a otra en un largo, progresivo y tedioso proceso que recibía el rótulo de crianza.
A través de éste las familias se aseguraban de que los miembros más pequeños del clan tuviesen un prisma para ver el mundo similar al que poseían quienes ya habían sido criados por generaciones anteriores. Como sistema estaba basado en el ensayo y error, por lo que su efectividad no era de las mejores.
Cuesta imaginarse muchas de las cosas que menciono. Cuesta hacer el ejercicio y ponerse en los pantalones de estos sujetos y experimentar su emocionar.

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