El teléfono sonó tres veces. No alcanzó a contestar. Se
quedó a un paso del aparato, diez segundos exactos pasaron y la campanilla se
activó nuevamente. Tres veces.
Pensó que se había liberado de ellos.
Aún mudándose de país lograron dar con su paradero.
Estela supo, gracias a esas llamadas misteriosas, que no
tenía escapatoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario