Mientras ella, con vestido de
seda, tacones y un abrigo de mink, decidía entre maple o pinotea para el piso de
la estancia, en el otro hemisferio del globo dos niños no lograban resolver si
era mejor que uno de ellos comiera la pieza de pan que habían encontrado tirada
en la calle, quedando así satisfecho, o bien, dividirlo en partes iguales y compartir
el hambre.
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