sábado, 1 de octubre de 2016

Diavolo

Como primera medida, en ese hoy amarillento manuscrito, tracé las principales ideas del Diavolo. No me fijé en detalles y permití que la fluidez fuera protagonista en las relaciones entre mis personajes, espero; con mucho pudor de por medio, no haber fallado en tal tarea. Me propuse, con el mismo empeño que para el objetivo mencionado anteriormente, dar un cuerpo más sólido y robusto a las ideas que en mi cabeza por ese tiempo germinaban.
El antiguo y primer manuscrito dista mucho del segundo, creo, con un poco de vano orgullo y haciendo uso del arte especulativo, que ningún ser humano podría construir uno basado en el otro. Quedé muy satisfecho y contento en espíritu del cuerpo que tomó mi poesía teatralizada luego de las vacaciones que disfrutara con Leonor. Sin duda ella fue un emoliente y una inyección de ánimo a mi paúperrima energía proyectada en esos tiempos. Fue una luz poderosa que en lo creativo ayudó sobre manera.
Escribí todo de un tirón, casi sin editar. Pulí, cambié y modifiqué someramente tiempo después solo un par de días antes del estreno. La historia y prehistoria del Diavolo es algo que me parece remotamente distante, pero paradojalmente muy cercano a pesar de que su primera edición impresa fue realizada hace ya treinta años. El tiempo dirá si esta contribución fue lo bastante importante para la literatura contemporánea

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