domingo, 9 de octubre de 2016

Variaciones del sueño XXI

Mientras duermo escucho extraños ruidos y voces en la habitación de los niños.
Casi instantáneamente corro a ver que sucede y supervisar que estén bien.
Ninguno de los dos está en su cama, de hecho, sus camas pequeñas e infantiles han sido cambiadas por unos enormes catres de bronce bruñido.
El cuarto es el mismo, pero la decoración, los muebles, los accesorios y todo lo que hay allí adentro hace pensar que el lugar no lo habitan un par de criaturitas como son mis hijos.
No puedo explicarme que haya pasado; entre más analizo el asunto más me sorprendo y confundo.
Escucho voces en la sala de estar, acudo allí al momento y me encuentro con mis hijos, ya adultos conversando, revisando folletos de funerarias.
Hablan sobre mi muerte y de los detalles de mi sepelio, recuerdan también la muerte de su madre.
Yo estoy vivo; demasiado vivo, pienso. Me les acerco y les trato de entablar conversación sin resultados positivos, frustrado me acurruco en una esquina y miro las repisas donde hay varios objetos que me hablan de su pasado más reciente.
Paloma es una mujer preciosa, tanto o más de lo que era su madre a la misma edad. Tiene ese algo en la mirada que denota una gran inteligencia, mucha sabiduría y seguridad para enfrentar la vida y una plenitud tranquila de mujer que ha sabido vencer las adversidades. Su mirada está llena de dulzura y de cariño.
Lo que encuentro en las repisas me resulta agradable y me siento orgulloso de ella, ha logrado dominar las artes y se ha hecho acreedora del tatuaje verde, del rojo y del azul.
Abdón me evoca un gran magnetismo y una sensación de que podría ser un gran exponente en muchas cosas. Ya no se ve tan menor con respecto a su hermana.
Me sorprende verlo en las fotos casado, veo su mano y efectivamente lleva un anillo matrimonial ¿Eso también me lo perdí?
Ha escrito muchos libros, en diversidad de idiomas. Tantos son, que ni siquiera yo los conozco todos.
Se ganó el collar, límite que pensé no podría siquiera rozar cuando empecé a inculcarle la cultura de las artes.
Posee los mismos tatuajes que Paloma, salvo el azul. Nunca pensé que llegaría tan lejos.
Se le ve muy feliz y completo al lado de su mujer.
Los chicos se han superado mucho, a pesar de carecer de padre y madre.
En lo alto del mueble principal, una vitrina de mediados del siglo pasado, está mi katana. Brillante yace en su funda, salvo por la empuñadura que me consta no ha sido tocada desde la última vez que la usé.
Vuelvo a la conversación de los niños.
Están planeando vengarme.
Cuando me quedé dormido alguien vino y me asesinó sin duelo de por medio. Me mataron (no sé cual fue el método) asegurándose de que no pudiera defenderme.

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