martes, 16 de agosto de 2016

La muerte cansada

Ya la muerte un día estaba
cansada de trabajar,
a mucha gente ha matado,
nadie le puede matar.

Grandes, gordos, chicos flacos,
pobres, ricos, torpes, listos;
han de cumplir con su visto
caballeros y bellacos.
Su deber es demoníaco,
y a la vida es una traba.
Como la labor no acaba
designando a los finados,
con el cuerpo muy cansado
ya la muerte un día estaba.

Fue en busca de reemplazante
para unas cuantas jornadas,
con la salud muy dañada,
con la mente delirante.
Al ver su magro talante
nadie la quiso escuchar
y se tuvo que quedar
solo con los crespos hechos,
el ánimo insatisfecho,
cansada de trabajar.

Por sus años de servicio
tramitó alguna licencia,
presentándole exigencias
nadie le acogió el oficio.
Para apersonarse a juicio
contrató hasta un abogado.
Pero éste dio un paso al lado
no la quiso defender:
“Eso no lo puedo hacer;
a mucha gente ha matado”.

No la apoyó un sindicato,
como no tiene colegas
quedó muda, sorda y ciega
en situación de orfanato.
Revisaba su contrato
a ver que podía ganar.
Ni siquiera jubilar
y está muy claro el porque:
al sistema de AFP
nadie le puede matar.


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