jueves, 10 de septiembre de 2015

Reencuentro


Al fin llegué, si, estoy atrasado como siempre. Pero es que no traigo mucho ánimo...es que ha pasado tanto tiempo que ni siquiera sé de que deba hablarte primero. ¿Cuántos años son? ¿Dos?, ¿Tres?, ¿Cuatro? Quien sabe, yo ya no llevo la cuenta.
No tengo la más mínima idea de por que vine, ¿Puedes darme alguna razón?
Vamos por partes, estoy terminando los estudios en la carrera esa, si esa que algún día me dijiste que sería una buena opción a futuro y que me daría un buen sueldo. Si la misma con la que pensamos podríamos mantener a la familia que existía en nuestra imaginación. Bueno, verdad y sinceridad siempre delante, mis sueños y añoranzas han cambiado un poco. No creo estar capacitado mentalmente ahora para desempeñar el papel de padre, suelo cuestionarme con frecuencia y como sabes para llegar a ser papá hay que ser seguro y no dudar de tus pasos y saber llevar a buen norte una empresa que parece tan simple. ¿Seguías creyendo que era el padre ideal cuando te fuiste?
¿La música? Dejé de ser el músico clásico que alguna vez conociste, no sigo haciendo música en orquestas ni cuartetos, dejé los ensayos con terno y corbata y los cambié por conversaciones filosóficas en polera y jeans (eso sin mencionar el eterno cigarrillo en la mano) que llegan a plasmarse en la frase de una canción interpretada en una guitarra. Me entretengo mucho haciéndole pasar un tiempo agradable y dándole una esperanza, que me cuesta seguir y confiar, a gente que ni siquiera conozco. Te gustaría mucho verme, algunos temas los escogí por lo mucho que te gustaban.
¿Mi ropa? Tienes razón es un detalle que también ha cambiado drásticamente, y es que para ser de atractivo laboral y moverse en las industrias discográficas hay que saber tener carácter. El peinado, la barba y los bigotes surgieron por el mismo motivo. Me veo algo mayor, ¿verdad?
¿Qué lugares frecuento? Visito las iglesias con más frecuencia ¡si lo sé! me dijiste muchas veces que el sexo, la religión y la TV eran insumos de un capitalismo creado por las grandes cabezas para hacerte creer que eliges cuando en realidad otros entes superiores a nosotros lo hacen desde el momento que nacemos. Pero ahora tengo fe, fe en que las cosas volverán a como habían sido antes, a que volveréa esbozar una sonrisa cuando esté disfrutando de algo simple.
Voy más seguido al cine. Al mismo que fuimos tantas veces juntos, ese que está a unos pasos del Metro. Y a veces voy a ese en el que estuve a punto de perder la billetera y me salvé de milagro, a ver películas a veces tristes, pero con un final feliz, pues pienso que quizá si ideo alguno y lo hago mío nuestra historia tendrá uno igual. Quiero sacarme de la cabeza aquellas cosas que nunca te dije.


Ahora cuando tengo un amigo enfermo paso más tiempo con él, no vaya a ser que lo lamente después. Me preocupo más de mis parientes y comparto más con ellos, claro, sé que podrías pensar que cuando estábamos juntos me llevaba muy mal con ellos y me sentía distante y poco tomado en cuenta, es más que evidente.
Pero, ¿cómo puedes tú juzgarme? Nunca estuviste presente, me dejaste solo. No! no te estoy culpando, sé que no fue tu responsabilidad.
En este tiempo han pasado tantas cosas, ¿te conté que escribí un libro? Si, lo hice, redestiné las horas que a ti dedicaba en hacerlo, quedó muy bien. Mucha gente lo ha leído, pensé que sería un poco absurdo traerte una copia. Quizá lo haré más adelante, de todos modos te lo mereces, fuiste su musa inspiradora. ¿No te acuerdas de cuánto elogiabas mis dotes de escritor? Nunca me olvidaré de cuanto discutimos y peleamos cuando te dije que no quería estudiar literatura como tú lo hiciste. Eras muy buena en eso, creo que nadie imagino que no llegarías a terminar la carrera.
No te estoy juzgando...
Si! lo sé, me costó venirte a ver, fue difícil encontrar el lugar exacto en que te encuentras ahora.
¿Crees muy fácil vencer tantas emociones?, ¿piensas que no fue para mí duro venir? No sabía como iba a reaccionar...
He leído y releído cada carta que me escribiste para saber de qué hablarte, para recordar el glorioso futuro que haríamos los dos, sí, tal cual dijiste algún día: inseparables hasta la muerte.
Lo más complicado de todo esto fue que de a poco empecé a olvidar algunas cosas, a pesar de haber pasado tanto juntos. Primero tu aroma, luego tus gestos, la calidez de tus besos. Después fue tu voz, la tranquilidad de tus ojos. Más tarde fue tu sonrisa...muchas cosas.
Para mí sigues igual, nunca cambiarás, yo si lo he hecho, gran parte de mis cambios se los debo a tu ausencia, el pensar más en los demás que en mí, el disfrutar de hacer las cosas sin pensarlas, como tú lo hacías...


No puedo fingir. Te he extrañado mucho, ya sé que las viste, pero traje rosas rojas. Las mismas que te regalé para todos y cada uno de nuestros aniversarios. Si esas flores que son la pasión transformada en naturaleza. Bueno, también hice un par de canciones para ti, pero no creo sea el lugar más propicio para cantarlas. Algún día lo haré, pero no aquí.
Sigo preguntándome...y preguntándome. Sé que tú no lo haces y jamás pudiste hacerlo, ¿por qué haber querido cambiar el presente si todo estaba tan bien?, ¿por qué irse así de repente a un lugar donde no sabías como serían las cosas? Me dejaste sin ninguna opción de despedida.
¿Por qué te fuiste?
No...! no te juzgo. No tenías como saber que un viaje de estudios terminaría así. No tenías como saber que el sujeto que tan amablemente se ofreció a llevarte a casa chocaría. No pudiste prever un accidente sería el fin de tu vida y casi de la mía. Nunca te dije lo mucho que te amaba, mi ego no me dio ocasión.
No, no has envejecido, yo sí, mi corazón y mi alma sienten tu falta. Tus padres también lo hacen, han estado un poco mejor últimamente, creo que comprender que en esta situación no podía hacerse nada. Sus oraciones llevan tu nombre.
Tu habitación sigue igual como la dejaste. Están allí los discos que te regalé y que oímos tantas veces mientras veíamos las estrellas y luna que pedías a cada instante te regalara con la respuesta inmediata de que no podía, pues no era mía; ese oso de peluche que tanto te gustó apenas lo viste en una vitrina del centro y con el que compartiste todos tus sueños de ahí en adelante, tus fotos de la Europa que tanto quisiste conocer y a la que nunca viajaste. La foto en traje de colegio para nuestro primer aniversario en la cabecera de la cama. El vestido rojo que tanto me gustaba...
¿Si he llorado? Mucho, con cada lágrima se me escapaban las energías y las ganas de seguir. Creo que recién hoy puedo decirme a mí mismo que todo va a estar mejor.
No sé de qué más puedo hablarte. Era lógico, ya tenemos muy poco en común salvo un pasado vivido juntos y que se desvanece a medida de que no soy capaz de reconstruirlo tal cual fue.


Donde estés ahora, espero estés bien.

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