martes, 9 de septiembre de 2014

Gestación

Ya iban casi unas cinco semanas, pero no le habían querido contar para no ser una interferencia en su proceso creativo. El libro tenía un plazo de entrega, y ella al verlo allí tan concentrado sacándole música a las teclas de la máquina de escribir creyó que lo mejor era no tocar el tema hasta que la publicación viera luz.
No descansó bien por varios días, pero era bueno verle con tanta energía. A veces una pausa para tomar una sopa instantánea, menos a menudo para un café de tarro. Y continuaba.
Ella no sabía sobre qué escribía él.
Ella alguna vez le dijo que no le gustaba leer; por eso él solamente le preguntaba cuando era estrictamente necesario sobre la sonoridad de algunas palabras o si aparecía algún percance ortográfico que no pudiera resolver por sí solo.
El libro avanzaba y avanzaba en su desarrollo, lo mismo que el niño que ella albergaba en su vientre.
Cuando recibió la noticia su reacción fue clara, felicidad total.

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