martes, 16 de septiembre de 2014

Podio local

Era una victoria fácil. Era...
De repente la lluvia no nos permitía escucharle con claridad. Algo pasaba con el radio en el casco y con el auto. Sacó su mano de la cabina y la agitaba con fuerza, como apuntando hacia lo alto. ¿La lluvia? Descartado, era su especialidad y lo estaba demostrando ahora que le llevaba medio minuto de ventaja al segundo en carrera.
Luego de observar desde cámara el coche nos dimos cuenta, no estaba pasando cambios y se había trabado en una de las marchas altas.
Nuestra instrucción inmediata fue de que tenía que ingresar a pits, era preferible perder una carrera antes que sufrir un accidente. Pero, o bien no escuchó o no quiso escuchar.
Siguió adelante aún cuando sabíamos que el desafío físico que sufriría sería titánico. A través de cámara veíamos como sus antebrazos tiritaban en un esfuerzo sobre humano por mantener el volante en posición, en las curvas debía torcer su cuerpo casi completamente para lograr que el auto virara.
Por una u otra razón nunca había obtenido el primer lugar en el circuito, y era algo que le molestaba en grado sumo. Bi-campeón mundial que nunca había ganado en su país era para él alguien que no valía nada, le escuchábamos gritar a través de la radio. Siempre motivándose, siempre dándose ánimo y forzándose a superar sus propios límites
Ya habiendo comprendido que quería terminar a como diera lugar, solo nos quedó apoyarlo. Todos sabíamos que si ingresaba a pits el auto no sería capaz de arrancar de nuevo y quedaría fuera de carrera, no obstante el combustible tal vez no sería suficiente.
Tratamos de informarle pero la radio seguía con desperfectos.
Cada vuelta era un suplicio para nosotros, lo mismo que para él.
Afortunadamente lo peor parecía haber pasado, solo quedaban tres vueltas más y la copa estaría en su bolsillo. Había que aguantar.
Rompió su propio récord de vuelta más rápida, gritaba como un loco, se retaba a sí mismo, se trataba de cobarde, se trataba de valiente.
Faltaban menos de cinco kilómetros para llegar y el auto poco a poco perdió velocidad, se quedó sin combustible. Pasó la meta en primer lugar, Klost casi le alcanzó, pero no fue suficiente. El auto de Emerson se detuvo y le escuchamos rugir, pero no de alegría; rugía de dolor. Los paramédicos salieron a atenderle. Le quitaron el casco y se desmayó de súbito.
Una visita a la enfermería, como nos tenía hace rato acostumbrados cada vez que terminaba una carrera, y al cabo de un rato estaba como nuevo.
El podio debio esperar una media hora.
Tomó la copa, hizo el atisbo de levantarla con ambas manos pero los calambres se lo impidieron. Respiró profundo y la alzó con una mano, sacando fuerzas quien sabe de donde. Lloró, no tengo claro si de dolor o alegría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario