viernes, 11 de julio de 2014

Gestos

A pesar de que sucedió hace tiempo, recuerdo todo detalle; como si esto hubiese pasado hoy. El nerviosismo de las enfermeras, el movimiento a mi alrededor, a ese hombre grandote que instalaba cosas en mi cabeza.
Estaba nerviosa, cualquier niña de siete años lo estaría ante tal ajetreo. Pero yo no entendía nada, la gente con sus gestos me confundía aún más.
Tuve miedo, me puse ansiosa y sentía el estómago a la altura de la cabeza y vice-versa. Sentía cosquillas por todos lados, alguien dejó un papel en la mesa donde decía que se me abriría un mundo nuevo, es preciso decir que así fue.
Todo listo…
De repente colocaron un computador portátil frente a mí. Vi a mi madre hacer mímicas en la pantalla muy emocionada. ¿Tendría que llorar yo también?
Tomé mi muñeca, Juana la cubana, y la apreté muy fuerte.
Alguien había olvidado apretar algún botón.
Cuando se encendió la máquina, casi automáticamente lloré. Lloré como nunca lo había hecho, haciendo ruidos ajenos, oyendo voces, sintiendo el estruendo del corazón al palpitar.
La operación fue todo un éxito.
Por primera vez pude oír a mi madre decir mi nombre.

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