Esperé y esperé, pero nada sucedió. Ni olor a azufre, ni brotes
flamígeros inexplicables. Me senté en las faldas del cerro con la grande
afinada. Ninguna cosa fuera de lo común, nadie en mi alrededor. El silencio
solamente; desde y en todas las direcciones. Que tenía que enfrentarte dijeron,
que tendríamos que encontrarnos para resolver quien era el más capo. Y pregunto
¿Dónde estás?, ¿Estabas retando a alguien más?
Pasan los días y te espero con
mi verso afilado, con mis décimas prestas a sacarte chispas de los cachos. No
vas a llegar y quizá, si es que apareces, no me será difícil vencerte. Te creía
más diablo, pero me defraudaste. Yo solamente quería aprender de tí, nada más.
Te respeto y te admiro como a cualquier otro cantor.
La fogata en el Llano, te acuerdas? Besos. Elisa.
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