Porque sí, y ya.
No es simple decidir y explicar mucho menos.
Puedo contarte las pecas o hundirme en el mar
salado de tus ojos o mirarte en la oscuridad de un cine o sentir tu cabeza en mi hombro o escuchar
tu voz recitando o dibujarte la boca o acariciarte lento o regalarte maní con
miel o disfrutar una conversa nocturna. Pero no puedo hacer todo a la vez, debo
elegir. Se me acaban las explicaciones.
¿Lógica?
Vacíamos el último tarro.
¿Razón?
Derramamos la ultima botella.
¿Entendimiento?
Se lo comió el perro.
¿Intelecto?
Palabra rebuscada.
Me quedo en un porque sí, por que sí y ya.
Quiero todas las alternativas, no elegiré.
Cada alternativa es un mundo y puedo perder
una vida en ella.
No le importa arriesgarse al felino, las vidas son nueve.
No le importa arriesgarse al felino, las vidas son nueve.
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