viernes, 31 de enero de 2014

Fuego que arrasa


Fue desde el más profundo hontanar
donde el agua fresca se remecía
que brotó la húmeda agonía
de un fuego que tiempo atrás dejó de quemar.

Cesó aquel caluroso acezar,
hirviente, ígnea, frenética y fogosa profecía
en la que, desvariando, perdía
todo amor, mil amantes y hasta ganas de amar.

Aire nuevo viene, a mis pulmones llena,
reemplazando un nefando humo
que se aleja por la senda de mi pena.

Muere la abrasadora condena,
las cenizas y sus brasas, todo el sahúmo;
glacial es mi alma, y mi vida es ahora plena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario