martes, 7 de enero de 2014

Melodía cuarenta


Esperé y esperé, pero nada sucedió. Ni olor a azufre, ni brotes flamígeros inexplicables. Me senté en las faldas del cerro con la grande afinada. Ninguna cosa fuera de lo común, nadie en mi alrededor. El silencio solamente; desde y en todas las direcciones. Que tenía que enfrentarte dijeron, que tendríamos que encontrarnos para resolver quien era el más capo. Y pregunto ¿Dónde estás?, ¿Estabas retando a alguien más? 
Pasan los días y te espero con mi verso afilado, con mis décimas prestas a sacarte chispas de los cachos. No vas a llegar y quizá, si es que apareces, no me será difícil vencerte. Te creía más diablo, pero me defraudaste. Yo solamente quería aprender de tí, nada más. Te respeto y te admiro como a cualquier otro cantor.

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