Se quitó las vendas de los ojos y la cinta adhesiva de la boca. Golpeó, con la escasa fuerza que le iba quedando, la puerta metálica mientras gritaba a
todo volumen que la liberaran de inmediato.
Finalmente una anciana con escopeta en mano abrió la puerta sin dejar de apuntarla.
- ¿Puede sacarme de aquí? Preguntó ella.
- Eso sería peligroso, hija.- Contestó la vetusta fémina.
- ¿Por qué? – Su voz era temblorosa y tenía mucho miedo.
- En esta casa vive una loca que tiene episodios de violencia y
agresividad incontrolables. Cambia de humor súbitamente y ataca a las personas
con gran furia. Es una desquiciada.
- ¿Hay forma de que me pueda proteger de ella?
- Imposible, no puedes escapar de tí misma.
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