viernes, 17 de mayo de 2013

Correo certificado


Tanto había escrito, para esa mujer que no estaba y que jamás volvería a ver, que se le olvidó el contenido del pequeño cuaderno y también su existencia. Cuando un día ordenando el escritorio encontró sus obras, dedicó un tiempo a repasarlas. Le encantó lo que allí permanecía, pero como no sabía la dirección exacta del lugar donde habitan los muertos no logró dilucidar con seguridad hacia donde enviar dichas cartas. Envolvió en un sobre las que más le gustaron y anotó una dirección al azar en en él; puesta la estampilla las envió por correo sin esperar respuesta alguna.

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