Luego de muchos años decidió ir a visitarla, la había extrañado
bastante y ello lo motivó a encotrarla. No tenía del todo claras las causas
para ir, el sitio en que estaba ella hoy por hoy no era agradable en grado
sumo. No tenía costumbre de ir a ese tipo de lugares, pero no existía otra
alternativa para encotrarse con ella.
Estaba nervioso, no por ella, sino por cosas que podían sucederle al
llegar a su morada. Tomó las precauciones que el caso requería, meditó unos
cuantos minutos, se estiró, miró hacia el oeste e hizo lo que tenía que hacer y
cuando terminó con el enérgico ritual ya estaba en el arco norte. Extrañamente
a sus predicciones, al mirar hacia el interior, no observó nada fuera de lo
común. El portón de entrada de una fina aleación metálica similar al bronce
brillaba con gran ímpetu en esas horas de la mañana.
Estaba alerta, no quería que le tomaran por sorpresa como en otras
ocasiones y miraba con atención los detalles a su alrededor, algunos familiares
y otros no tanto. Pausada, relajada y seriamente dio el primer paso y entró;
debía realizar tres giros a la derecha y seguir hasta el fondo del lugar.
A pesar de ser tan temprano, había una gran cantidad paseando por allí
. Cada quien hacía lo suyo, pero no les tomó en cuenta y con gran decisión
siguió la senda que de un principio había trazado, no le llevaría más de cinco
minutos estar con ella.
Iba bien encaminado, todo parecía ir de acuerdo a los planes
previamente establecidos. Unos cuantos pasos más y estaría allí.
Cuando daba el último giro, y faltaba solamente la recta final se
encontró con un grupo de ellos. Al verlo no le despegaron la vista de encima,
el continuó caminando ignorando al numeroso grupo, no obstante, le seguían de
cerca y con mucha atención.
Los sentía y sabía cerca, pero se dio el tiempo de seguir calmado y a
paso firme, finalmente llegó al lugar. No había mucha actividad por allí,
estaba muy sucio, desordenado, las jardineras secas por completo y se notaba
que el piso no había sido barrido durante mucho tiempo; meses a los menos.
Ordenó, limpió y depositó el ramillete dividiéndolo en partes iguales,
una para cada florero existente.
No la veía por ningún sitio, por lo tanto decidió continuar. Puso la
llave en el candado que al contacto con su mano le transmitió un frío terrible
y penetrante que le hizo tiritar. Entró y básicamente realizó los mismos
arreglos que en el exterior, pero le tomó más tiempo pues la luz era escasa.
Desde un vitral situado en lo alto le entraba una luz azulosa tenue, que en
mucho no ayudaba.
Estaba afanado trabajando en la limpieza cuando ella de la nada
apareció.
- Ariel, ¿Qué haces aquí?
- Hola Catalina, vine a verte quería saber como estabas.
- Bien, tuve algunas complicaciones al principio producto de mi llegada
abrupta. Pero ya solucioné muchas de esas cosas. No quisieron ser severos
conmigo.
- Te veo bien, te ves mucho más animada que la última vez.
- Es que he tenido tiempo para pensar en mí.
- Nunca pude conversar contigo de lo que pasó, no lo vi venir jamás. Si
tuve algo que ver te pido encarecidas disculpas, debí haber estado más
involucrado contigo, pero tenía miedo a comprometerme, a enamorarme.
- No fue tu culpa, nadie más que yo misma podía tomar una decisión.
Tomé la que ya sabes y tengo que pagar un precio, nada es gratis. Extraño a
muchas personas, jamás las volveré a ver. Pero puedo aprovechar que contigo es
distinto. Estás acá, es curioso, parece como que fueras uno de nosotros; por
eso mis vecinos te encuentran raro. Transitas entre nuestro mundo y el tuyo,
puedes estar en ambos.
- No lo sé, yo solo veo y escucho cosas.
- Me ves a mí, y tienes total certeza de que estoy muerta.
- No lo estás mientras alguien te recuerde.
- Sé que siempre me recordarás, pero no te puedo ofrecer lo que alguien
de tu mundo. El tiempo corre de modo distinto aquí, lo sabes.
- Para mí es algo inaccesible hasta cierto punto, los límites de tu
mundo los desconozco.
Conversaron durante mucho tiempo, que efectivamente no era tiempo real,
que era una sensación más que una convención. Dejaron muchos detalles claros,
hicieron las pases a pesar de nunca haberse peleado. El conocer aquel otro
Universo en mejor medida le sirvió para reencontrarse con el suyo, podía
visitarla cuando quisiera; ahora que sabía como ayudar a los suicidas podría
hacerle bien a mucha gente.
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