lunes, 5 de junio de 2017

Solución imprevista

A pesar de que la casa era cómoda y tenía suficiente espacio para lo que más le importaba, sus nutridas colecciones de los más variados objetos, algo faltaba. No se había preocupado de eso en demasía al momento de comprarla, ni tampoco al mudarse.
Entre viaje y viaje no había sido necesario, hasta ahora, que por fin se dio cuenta de que carecía de un lugar para escribir.
Poco a poco fue juntando las cosas necesarias, ya fuera haciendo trueques o bien por donaciones de amigos que querían pronto leer algún libro nuevo producto de su trabajo.
Aparecieron sillas, plumas, dos máquinas de escribir totalmente funcionales, una lámpara que recreaba el Taj-Majal, un tintero con forma de cabeza de venado, varias resmas de papel y recortes de periódicos que podrían servirle de inspiración o que reseñaban sus obras anteriores.
Faltaba el escritorio.
Trató de comprar alguno, pero al verle los dependientes elevaban los precios a cifras estratosféricas. Trató de trocar alguno, pero le habría significado desprenderse de cosas valiosas.
Cuando pintaron la casa, los maestros armaron un par de caballetes que quedaron ignorados en el patio al ser cubiertos por un trozo enorme de tela, que antiguamente fuera un globo aerostático.
Tal vez podrían ser de utilidad, pero faltaba una cubierta. No podía ser cualquier trozo de madera, debía ser especial; con historia previa.
Buscando mentalmente solución al problema, cargó la pipa y salió a caminar por la playa. Tal vez cortar uno de los pocos árboles que allí había podría ser una buena alternativa, pero no quería ser titular de prensa ni protagonista de comidillos al transgedir las leyes forestales.
¿Qué hacer?
Rompió sus cavilaciones una sospechosa silueta sobre las aguas del mar.
El oleaje arrastraba la puerta de un barco que seguramente se había desprendido de ella para perder peso. Dicha conclusión se basaba en que en uno de sus extremos observó, gracias a sus binoculares, una claraboya.

-Allí viene mi escritorio- Pensó, mientras su rostro esbozaba una socarrona sonrisa.

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