Primer paso, gran paso, es mirar a ese cuerpo ya inerte. No respira, no
hablará jamás de nuevo, son las últimas miradas que recibirá. Mi cuerpo, aún
vivo, reacciona con el único reflejo que conoce para estas ocasiones; un
cosquilleo eléctrico que recorre toda la columna vertebral y se queda en mi
frente por un par de segundos.
El maquillista hizo un trabajo perfecto, no se le nota ninguno de los
férreos golpes que recibió. Se ve mejor que cuando salimos por la mañana a
hacer nuestros negocios, negocios que a veces se van de las manos.
¿Qué es un ser vivo?, ¿Qué diferencia estructural hay entre un difunto
y un ser autopoiético?, ¿Qué es lo último que se piensa antes de morir?
Estas jornadas me dejan sumido en la introversión.
Pero no es un velorio cualquiera, ante todo pienso que el yace en el
féretro podría muy bien ser yo. El azar juega bromas muy pesadas, que se van
marcando en la piel y en la mente.
Como si todos supieran lo que pasó, como si no quisieran incomodarme,
se ponen a contar anécdotas de cuando el Juano era chico, de cómo crecimos
juntos en el barrio. Nadie pregunta como lo mataron, nadie quiere detalles.
Deja que los muertos entierren a sus muertos, nada que hacer. Uno menos, ¿Quizá
uno más?
La charla se dilata, todos tienen cosas buenas que hablar del Juano.
Unos pocos, algo más objetivos, le sacan algunos trapos sucios a la coladera.
Nada grave, hasta me parece más humano.
Yo conocí muy bien al Juano, éramos compañeros. Desde siempre, cuantas
labores juntos, cuanta reunión. En estos negocios tu compañero es tu hermano,
es tu familia, es la única persona en la que puedes confiar. No pude ayudarle
cuando más me necesitó, cuando no tenía razón para llevar el pijama de madera.
Mi mente divaga, queda prendada de la voz de la viejita que guía el rosario.
Luego se posa sobre una corona de flores donde hay una foto del Juano al lado
de su primer auto. El fuego de las velas hoy mesmeriza.
Se me acerca el jefe, me conversa algunas cosas en voz baja. El
accidente no fue tan aleatorio ni casual como yo pensaba. Hay alguien que tuvo
mucho que ver.
Mientras el jefe me habla y se tapa la boca con un pañuelo entiendo el
mensaje clarísimo. Mandíbula dijo cosas que no debía decir, pecó de parlanchín.
Me mira con un aura de miedo reprimido, sabe fingir muy mal.
Espero que el que maquilló al Juano tenga tiempo libre, en un par de
días más vamos a tener otro velorio.
Ayer
mataron a mi hermano,
Lo
mataron ¿Y qué?
No sabía
escribir
Ni
tampoco leer.
Muy buen prosa, amigo.
ResponderEliminarJ.C.