La tenía abrazada, fuertemente abrazada desde la espalda. Su cuello era
la pista de aterrizaje de mi boca, que buscaba su calor y esas concavidades que
tanto le apetecían. Uno de sus perfectos pechos estaba en una de mi manos,
latía ante las caricias sin pausa que le hacían estremecer.
La recorrí completa en más de una ocasión.
Estaba en eso cuando tomé una pausa y le dije:
- Haré una colección de proctanimbos.
Me miró con cara de experta en el área. Mi aseveración, era ostensible,
le pareció ridícula.
- ¿Cuántos tienes?- Preguntó con aire de superioridad y de indiferencia
fingida, rol que asumía solamente cuando no había testigos de sus cambios de ánimo
y de su arrogancia.
- Dos. – Respondí dándome cuenta de la crueldad de la pregunta y del
cambio en su gesto. Trató de reprimir su risa, pero el intento fue vano.
- Eso no es una colección, mínimo diez. Y eso, aún, sería muy poco. –
Recuerdo el cuadro, está presente. Para molestarme más aún se hizo la esquiva,
tapó completamente su cuerpo y se alejó en dirección a la ventana, desde donde
me miró con aire desafiante. Movía ese trasero que me volvía loco en una
cadencia provocativa.
Pasó el tiempo, ni sé que es de ella. Pero puedo contar mis proctanimbos
y decir con total seguridad que soy el poseedor de los mejores que hay. Mi colección
es envidiable, los hay de todas formas, colores y texturas. Hay algunos que
tuve que importar, otros que recuperé en denigrante condición y que reparé con
mis propias manos hasta que quedaron utilizables. Hay proctanimbos únicos, me
han ofrecido trueques mu convenientes por llevarse las piezas más interesantes
de mi muestrario. No soporto que insistan, y muchos saben que la respuesta es
no mucho antes de verbalizar la pregunta.
A pesar de ello, los proctanimbos que más quiero son esos que encontré
tirados en el piso, desarmados y con piezas fracturadas. Esos dos que llegaron
tibios a mis manos y que me motivaron a hacer un recopilatorio.
Quería que ella me ayudara, pero ya no está. Algún día hicimos un
proctanimbo al alimón, no era bello ni tampoco podía conservarlo. Lo quemé…enterré
las cenizas y oriné sobre ellas.
Te reíste de mí.
Soy todo proctanimbo, soy un proctanimbo y nada ni nadie puede superar
lo que he logrado. Pídele a tus primos proctanimbos, ¿No puedes? Claro…no
poseen ninguno. Cómpralos en la farmacia y date cuenta de lo horrendos y mal
acabados que los hacen.
Usa las herramientas de tu padre y construye uno, dile a tu madre que
encargue uno a un país vecino.
He fabricado varios pensando en ti, aunque nunca los vas a usar. Tal
vez nadie jamás los use...
Debo irme, creo que un proctanimbo se está gestando en mi pupila.
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