Suena el teléfono, número desconocido.
- Aló. ¿Hablo con Javier?
- Correcto, ¿Con quién tengo el gusto?
- Soy Marcos, coleccionista del mundo Beatle.
- ¿En qué lo puedo ayudar?
- Alguien me contó que tienes una copia del White Album en sello
Parlophone, quiero saber si existe alguna remota posibilidad de comprarlo.
- Lamento decirle que no existe ni una remota propabilidad de que lo
venda, es parte valiosa de mi colección.
- Todo es conversable, amigo. Pensaba ofrecerte X millones de pesos en
efectivo.
- Es tentadora la oferta, no obstante, como le dije no quiero ni tengo
necesidad de venderlo. Me costó mucho encontrarlo y según me han informado
coleccionistas argentinos y brasileros de que es el único por estas latitudes,
lo siento, pero no se lo venderé ni a Usted ni a nadie. Lo guardaré para mi
jubilación.
- Bueno, de todos modos guarde mi número y estemos en contacto, por si
cambia de opinión.
- Gracias por su comprensión.
Media hora después de esto, mientras estaba revisando manuales y cosas
varias de Psicología, suena el teléfono de nuevo. Número desconocido. Una voz
de mujer.
- Hola, Javier. Mi nombre es Stella. Me pasaron el dato de que tienes
una copia del Álbum Blanco de los Beatles. Te lo compro si o si, pídeme una
cifra y te la doy de inmediato.
- No estoy interesado en venderlo, de verdad.
- Mira, además tengo un auto. Un mini, no está del todo bien, pero es
un buen proyecto para terminar de restaurarlo.
- Es que no está en mi mente vender o permutar el disco. Es una joya, y
además tiene un valor sentimental muy grande para mí.
- X millones el auto y quizá algún otro artículo.
- No, en serio, no lo venderé.
- Te llamaré de nuevo en la semana, pero piénsalo. Piénsalo bien.
- Perfecto.
- Adiós.
Cada día que pasa esa copia casi única, una falla en el sistema que por
solo tener un papel que dice Parlophone en vez de Apple, sube y sube de precio.
Es un tesoro, si me preguntaran hoy, diría que es el objeto más costoso que
tengo. Toda una ridiculez, lo compre en mil pesos hace unos quince años a una
niña que prácticamente quería regalarlo. Siendo sincero, tardé muchos año en
saber lo que realmente valía.
Pensaba en ello cuando suena por tercera vez el teléfono. Número
desconocido.
- Quiero comprarte el álbum blanco.- Dijo sin siquiera saludar.
Creo que fue Stefan Zweig quien dijo que la alegría del coleccionista
se sabe donde empieza, pero no donde acaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario