martes, 8 de abril de 2014

White


Suena el teléfono, número desconocido.
- Aló. ¿Hablo con Javier?
- Correcto, ¿Con quién tengo el gusto?
- Soy Marcos, coleccionista del mundo Beatle.
- ¿En qué lo puedo ayudar?
- Alguien me contó que tienes una copia del White Album en sello Parlophone, quiero saber si existe alguna remota posibilidad de comprarlo.
- Lamento decirle que no existe ni una remota propabilidad de que lo venda, es parte valiosa de mi colección.
- Todo es conversable, amigo. Pensaba ofrecerte X millones de pesos en efectivo.
- Es tentadora la oferta, no obstante, como le dije no quiero ni tengo necesidad de venderlo. Me costó mucho encontrarlo y según me han informado coleccionistas argentinos y brasileros de que es el único por estas latitudes, lo siento, pero no se lo venderé ni a Usted ni a nadie. Lo guardaré para mi jubilación.
- Bueno, de todos modos guarde mi número y estemos en contacto, por si cambia de opinión.
- Gracias por su comprensión.
Media hora después de esto, mientras estaba revisando manuales y cosas varias de Psicología, suena el teléfono de nuevo. Número desconocido. Una voz de mujer.
- Hola, Javier. Mi nombre es Stella. Me pasaron el dato de que tienes una copia del Álbum Blanco de los Beatles. Te lo compro si o si, pídeme una cifra y te la doy de inmediato.
- No estoy interesado en venderlo, de verdad.
- Mira, además tengo un auto. Un mini, no está del todo bien, pero es un buen proyecto para terminar de restaurarlo.
- Es que no está en mi mente vender o permutar el disco. Es una joya, y además tiene un valor sentimental muy grande para mí.
- X millones el auto y quizá algún otro artículo.
- No, en serio, no lo venderé.
- Te llamaré de nuevo en la semana, pero piénsalo. Piénsalo bien.
- Perfecto.
- Adiós.
Cada día que pasa esa copia casi única, una falla en el sistema que por solo tener un papel que dice Parlophone en vez de Apple, sube y sube de precio. Es un tesoro, si me preguntaran hoy, diría que es el objeto más costoso que tengo. Toda una ridiculez, lo compre en mil pesos hace unos quince años a una niña que prácticamente quería regalarlo. Siendo sincero, tardé muchos año en saber lo que realmente valía.
Pensaba en ello cuando suena por tercera vez el teléfono. Número desconocido.
- Quiero comprarte el álbum blanco.- Dijo sin siquiera saludar.
Creo que fue Stefan Zweig quien dijo que la alegría del coleccionista se sabe donde empieza, pero no donde acaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario