Mi perro y yo somos muy parecidos. Es una extraña mezcla de raíces
inimaginables, un mestizo con aguante y garra que puede, prácticamente,
adaptarse a cualquier cosa.
Su tamaño es muy pequeño y aunque no es para nada un cachorro evoca cierta ternura infantil por su modo de actuar juguetón y su mirada transparente y melancólica. Es un gran compañero, muy fiel y leal. Es un gusto pasar el tiempo con él y sacarlo a pasear es un agrado.
Su tamaño es muy pequeño y aunque no es para nada un cachorro evoca cierta ternura infantil por su modo de actuar juguetón y su mirada transparente y melancólica. Es un gran compañero, muy fiel y leal. Es un gusto pasar el tiempo con él y sacarlo a pasear es un agrado.
Come más de lo debido y hace bastante ejercicio, siempre busca quemar
energías en diversas actividades.
Me sorprenden su astucia y su inteligencia. A veces se excede un poco con su fuerza, ya que todo juego es para él una competencia en la que quiere salir vencedor.
Me sorprenden su astucia y su inteligencia. A veces se excede un poco con su fuerza, ya que todo juego es para él una competencia en la que quiere salir vencedor.
Es agresivo solamente por inseguridad y ladra con vehemencia a todo lo
que le resulta invasivo o perturbador. A pesar de eso, nunca se ha atrevido
a morder a nadie.
Es un poco hiperactivo, y por ello es que sus horarios no son muy
ordenados. Duerme en cualquier lugar del patio, casi sin importarle el calor o
el frío. Rara vez descansa dentro de su casa, sale sin avisar y casi
siempre vuelve sin que lo llamen; pero cuando lo extrañan. Su presencia no pasa inadvertida y su ausencia se siente cuando sale a deambular por sitios inexplorados.
Necesita grandes dosis de arrumacos, en ocasiones es tan insistente en que le acaricien que aburre un poco a los desconocidos. Y a los conocidos también. En reiteradas instancias ha vuelto con el ánimo por los suelos y algún moretón o herida que denota haber recibido un golpe por exigir mendrugos de cariño de parte de alguien que finalmente le termina haciendo daño con enojo total, aunque justificado.
Necesita grandes dosis de arrumacos, en ocasiones es tan insistente en que le acaricien que aburre un poco a los desconocidos. Y a los conocidos también. En reiteradas instancias ha vuelto con el ánimo por los suelos y algún moretón o herida que denota haber recibido un golpe por exigir mendrugos de cariño de parte de alguien que finalmente le termina haciendo daño con enojo total, aunque justificado.
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