Emerson estaba hipnotizado viendo las carreras de la fórmula 1, en esos momentos creo que nada podría haber
interrumpido su concentración. Ya había decidido su futuro y me señaló unas
semanas antes que quería vestir los colores de Fratus, escudería de su mayor
héroe, algún día.
Estaba sentado con una enorme jarra de agua a su izquierda y su caso de
karting a la derecha, verlo hacía pensar que él mismo correría ese día. Se
había desabotonado el chaquetín de su traje y seguía con total atención cada
movimiento.
A veces comentaba detalles técnicos en voz alta, pero estoy segura que
su intención no era que le escuchasen y que le entendieran mucho menos.
- Esa curva debió haberla tomado desde fuera, el auto se va a
inestabilizar.
Palabras proféticas, conductor estrellado, pero afortunadamente ileso.
Su rostro denotaba irritación.
- No hay que olvidar tomar bien la cuerda, la curva no es importante
tanto como salir de ella con velocidad.
Me senté a su lado, apartando el casco y le estreché la mano. Recibí un
cálida sonrisa a cambio.
- Mamá, hoy corre Jim Pierce y está sacándole media vuelta de ventaja
al segundo. Aú faltan más de treinta vueltas, seguro logra completarle la
vuelta.
Mi hijo hablando así, como un especialista, ¿Quién lo iba a pensar?
- Tiene un estilo elegante, algún día conduciré como él en la lluvia.
Cinco vueltas después hubo un accidente en la pista, uno de los pilotos
perdió el control a causa de lo mojado del pavimento y su “bólido” (así les
decía Emerson) chocó estrepitosamente, las llamas no se hicieron esperar.
El incendio del motor y el conductor inconsciente forzaron a un par de
comisarios a cruzar por la pista con sendos extintores, los relatores de la
carrera tildaron esa acción como una locura. Jim Pierce, a gran velocidad, no
pudo esquivar al segundo de ellos y la transmisión mostró claramente como su
cuerpo y el objeto que llevaba en la mano se estrellaron directamente en el
casco de Pierce. Perdió el control y su auto siguió moviéndose por inercia,
chocando a otro coche más.
Emerson estaba conmovido, la promesa de las carreras (siempre puntero,
pero por diversos motivos sin completar ninguna) fue sacada de su
monoplaza y era evidente el corte completo de uno de sus brazos y que estaba
semi-decapitado. Los médicos sabían que nada se podía hacer a esas alturas.
Lágrimas rodaron por la faz de Emerson. Lo abracé y le di un beso
cariñoso. Su más grande modelo a seguir había fallecido, según decía la
televisión. La carrera se suspendió a falta de cinco giros y con Pierce sacándole
una vuelta de ventaja al segundo.
Emerson se abrochó la chaquetilla, se puso el casco y salió a correr en su karting a pesar de la lluvia que había comenzado a mojar nuestro kartódromo y su alma.
Emerson se abrochó la chaquetilla, se puso el casco y salió a correr en su karting a pesar de la lluvia que había comenzado a mojar nuestro kartódromo y su alma.
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