viernes, 30 de agosto de 2013

Me tinca


Y ella pedía que le recomendara un libro…

- No te hagas el sordo, ya me escuchaste.
- Sí, pero no sé si pueda darte en el gusto esta vez.
- No te compliques tanto. – Le dio un beso con gran ternura, así como los que dan las madres a sus hijos cuando han dicho o hecho algo gracioso. Con el mismo cariño que se entrega cuando se sabe que uno está ante un alma inocente.
- Es que recomendar es enseñar hasta cierto punto. Si te aconsejo leer algo es por que ya lo leí y además me produjo sensaciones positivas, aprendizaje o algo por el estilo. Mínimo algún provecho de cualquier tipo.
- Pero eso es simple, ¿O no?
- No tan simple, nos conocemos desde hace muy poco. Te quiero mucho y me encanta que estemos juntos. Si te idealizo un libro puede que tú encuentres que en algún matiz difiere con tu punto de vista del mundo y de cierto modo te decepcione, y no me refiero al libro.
Ella le miró con cara de sorpresa.
- No lo había pensado de ese modo.
- Bueno yo sí, pero si te sirve de algo ese libro rojo tiene una bonita ilustración de portada, no es excesivamente largo y además es de un buen autor.
- ¿Elijo ese?
- A mí me tinca.
- ¿Sabes? A mí también.

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