Del latín proviene, y también del griego. Es una expresión que, en
apariencia, carece de lógica o sentido y llega hasta al absurdo. Es la creación
de un nuevo significado a partir de ideas irreconciliables e inclusive
mutuamente excluyentes.
Figuras antitéticas se unen y conciertan para compartir un contexto y
crear, aún cuando el significado formado esté ajeno a racionalidad, nuevas
realidades distantes de la realidad inmediata.
Esta figura nutre a la literatura ascético-mística, usualmente para
describir estados espirituales profundos de epifanía y éxtasis. Los
significados se contraponen para dar a conocer estados mentales de alta
subjetividad y dotados, no en pocos casos, de la pérdida de uno o más de lo cinco sentidos o bien, el arrebato total del sentido de realidad.
Te pienso, me pienso en el pasado y eso fuimos. Un oxímoron retórico
que creo algo explosivo que se fue de todo control para ambos, una mixtura
preciosa que finalmente explotó y nos alejó al uno del otro. Punto ciego para ambos, luego de nuestra
unión y la posterior separación pudimos llegar a ser quienes somos. Paradoja
pura, no te necesito ni tú a mí en esta época. Pero fue lindo experimentar y
experimentarte y experimentarnos en ese pasado momentáneo e infinito.
Superamos toda antinomia posible, dijimos estupideces muy inteligentes
en ese período. No tuvimos limitación alguna en nuestro razonamiento, por que
la conjetura lógica ni siquiera nos afectaba en ese precioso lugar que era el
amor. Fuimos una discontinuidad dentro del campo del pensamiento, solo podíamos
comprobarnos a nosotros mismos como válidos antes el mundo y el resto importaba
en realidad muy poco.
Que alguien le explique a Kant su equivoco, que alguien encare a
Heidegger sus errores. Nietzsche, eres un lego en los asuntos del corazón.
Leibniz, pensaste querer a alguien pero jamás te enamoraste. Yo sí.
Mujer, fuimos una paradoja. Pero una hermosa.
Paradoja ¿Puedes negar que eso fuimos?
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