lunes, 4 de marzo de 2013

Adiós


Es una canallada de parte mía, pero el día de hoy rehúso llegar a casa.

Las cosas se han puesto demasiado aburridas allí para seguirlas soportando. Como todo mundo recuerdo días mejores, días en que la situación no era tan compleja.
La responsabilidad de todo la comparto con ella.
Parece que fue hace tanto tiempo, pero sin duda eso sería una exageración. Debo ser sincero conmigo y con ella, alguna vez la pasamos muy bien juntos.
Hubo períodos muy buenos, pasábamos horas y horas juntos. Era increíble, en un abrir y cerrar de ojos se habían ido mañanas, tardes, días completos.
Era muy distinta…me abría mundos desconocidos, me mostraba cosas interesantísimas y que estaban muy lejos de mi alcance. Le resultaba muy fácil llevar mi capacidad de asombro a sus límites.
No sé que habrá pasado, tal vez la culpa es mía, quizá analizo demasiado todo. Puede ser que esté exigiendo mucho para como están los tiempos. Sé que la he idealizado mucho, es cierto, y es probable que muchas de las cosas que creí podía ofrecerme hayan sido creadas por mi ingenua imaginación. Pero, ¿quién podría haber sabido que en un intervalo tan corto se transformaría tanto?
Pueden pensar que soy un cobarde, un villano, un idiota.
Piensen lo que les entre en gana, pero les aseguro que si estuvieran en mi situación también dudarían sobre la resolución a tomar, sin duda que lo harían. Es que empezó a tomar cada vez un lugar más importante en mi vida, en mis actividades, en mi forma de ver las cosas. No estoy seguro de cómo pasó, pero es triste darse cuenta lo mucho que me ha influido (para bien o para mal) su presencia; misma que hoy ya no puedo tolerar.
Es simple, cada día su manera de hablar es menos atractiva para mí. Cada vez que la escucho detenidamente solo oigo palabrotas, ideas inconexas, pensamientos que deprimen y corroen, estulticia genérica que ataca lo más profundo de mi espíritu. Está perdida, ve la realidad de una forma distorsionada. Es embustera, hiriente, entrometida, denigrante. Me cuesta (a pesar del esfuerzo) dar con algún calificativo medianamente positivo con respecto a ella.
Mucha gente me habla mal de ella, sé que debo dejarla lo antes posible. Puedo ponderar el efecto que ha hecho tanto a mí como a quienes me rodean. ¿Saben? no es una justificación, pero tengo la sensación de que los años no han pasado en vano y, al fin y al cabo, algo de cariño le tengo, eso además de que el hombre es animal de hábitos y de facilidad para hacerse costumbres. Después de todo no puedo así como así sacarla de mi vida, de mi entorno familiar, en fin, de todo lo que me rodea.
¿Será necesario decir algo más?
Me parece que ya está todo dicho, lo único que me decepciona en esta situación es que no hay modo de que se dé por enterada. Está todo el día en lo mismo, haciendo y haciéndose mal sin siquiera reparar en el daño que provoca. Es imposible detenerla, tan sólo se puede tomar la alternativa de ignorarla.
Un monstruo horrible, eso es realmente. Ya no me engaña, denigrando a los pobres, incitando a los niños al sexo, creando realidades inexistentes siempre motivada por el dinero; viendo el mundo con ojos aterradores como si la vida no fuera digna de vivirse.
¡Te detesto!
Cada mañana presente en casi todas las casas del país, se transforma en tema principal de un sin número de conversaciones, es vista por millones de personas independientemente de si tiene algo importante que decir. Ya no la quiero más en mi hogar diciendo que tengo que hacer, que debo comprar, dictando modas, dando en definitiva órdenes.
Diabólico aparato es el que hemos albergado en nuestros lugares más íntimos, nuestros dormitorios, comedores, cocinas (incluso algún baño) como si fuera algo de primera necesidad. Le hemos cedido el espacio tanto mental como espiritual que debiera estar destinado a nuestros seres queridos y a nosotros mismos.
Reniego de ti, televisión, me resultas prescindible totalmente. Prometo que de hoy en adelante seré tu peor enemigo. No quiero que a mis hijos les muestres un mundo limitado, desolado, negativo y triste como el que me mostraron a mí los noticiarios. Me niego a aceptar los patrones de comportamiento que rotulas como normales. No me tragaré tus maleados mensajes publicitarios, ni tu falsa felicidad.
De ahora en adelante leeré más, compondré más música, haré más ejercicio.
En fin, apretaré el botón de apagado y volveré a ser humano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario